El Gobierno advirtió que no es partidario de seguir subiendo los salarios indexándolos a la inflación. ¿Por qué? El objetivo último no parece otro que lograr que el país gane competitividad internacional. Pero, eso sí, a costa de los trabajadores -y concretamente de aquellos que todavía cuentan con un puesto de trabajo (fijo o temporal, que no da igual)-, y por supuesto también de los pensionistas, ya que sus prestaciones tienen el compromiso del Ejecutivo de subirse todos los años de acuerdo al IPC.
El deseo expresado ayer por el Ejecutivo de Madrid no refleja más que una falta de ideas. Ahogando con una nueva vuelta de tuerca a las clases trabajadoras menos favorecidas (empleados con nómina) no se arreglan los problemas que asolan a la que había sido la quinta economía de Europa. Audacia, disposición y nuevas iniciativas es lo que falta.