L a nueva crisis palestina, iniciada por Hamás con el lanzamiento de cientos de modernos cohetes, y que ha costado muchas víctimas a la población palestina de Gaza, confirma una acumulación de armamento para Hamás que ya fue detectada por Israel en Sudán y bombardeada convenientemente a principios de año, lo que originó las protestas de Sudán ante la ONU. Pero hay que pensar que las cosas no ocurren por casualidad; obedecen a un plan trazado de antemano. ¿Quién gana y quién pierde en esta crisis, ahora finalizada con la ayuda de Egipto y EE.?UU.?
Mientras ocurrían los sangrientos sucesos en Gaza, no se ha vuelto a hablar de la guerra civil en Siria, que sigue su curso. Tampoco de la presión sobre Irán, después del regreso de Obama a la Casa Blanca. También Israel está a un mes de las elecciones y en los países árabes los Hermanos Musulmanes ocupan el poder. Todo ello nos muestra un momento estratégico para que Hamás provoque a Israel demostrando que puede incendiar Oriente Próximo con una nueva guerra, cosa que no le interesa ni a EE.?UU. ni a Europa en plena crisis económica y mucho menos a la otra Palestina de Cisjordania. Esto podría ser considerado como uno de los resultados de lo que se llamó hace un año la primavera árabe.