Tuvo que pasar medio año para que Hollande compareciese en rueda de prensa con toda la pompa. Lo hizo en la Grande Salle des Fêtes del palacio del Elíseo. Fue la semana pasada. Tenía que frenar la caída de popularidad. Francia, al final, también subirá el IVA, aunque en el 2014. La sala en la que habló ante cuatrocientos periodistas conoce bien los pasos de madame de Pompadour, una de las amantes de Luis XV. De hecho, Luis XV le regaló el palacio del Elíseo para sus estancias en París, cuando dejó el apartamento junto al rey. Ella siguió siendo su amiga y consejera hasta su temprana muerte. Pompadour fue una mujer fascinante. Su biografía ya ha sido cortejada por el cine y la literatura. La Revolución incautaría el palacio y este terminó por ser sede de la Presidencia. Pero hablamos de Hollande y de su estrella en caída. Para evitarlo, habló con trascendencia. Dijo que «vivimos más que una crisis, un cambio de mundo». Se emboscó detrás de las palabras, pero los ciudadanos no quieren discursos. Desean soluciones. El presidente francés lo sabe y les pidió que por favor lo juzguen por sus dos grandes retos: recuperar el crecimiento y reducir el paro. Nada menos.