Bachar y el ejemplo represor iraní

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

03 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

D esde el regreso de Jomeini a Irán en 1979, el ejercicio del terror ha sido la tónica dominante del régimen de los ayatolás. Aquellos que habían sufrido la represión de la policía secreta del sha y que tanto la criticaron acabaron por perfeccionar sus métodos represivos. Transformaron el moderno cuerpo torturador de los Pahlevi en uno medieval todavía más eficaz y siniestro. Pero durante los primeros años de la teocracia iraní, sobre todo hasta la muerte de Jomeini, la población se sumergió con gusto en la ola integrista. Era su manera de reforzar su identidad iraní tras décadas de influencia occidental. El taimado líder religioso consiguió que los estratos pobres y peor educados confundieran el retorno a los días más oscuros de la práctica religiosa con la recuperación de la esencia persa. El sistema no funcionó. La educación y el aumento de jóvenes universitarios resultaron nefastos para la continuidad de los ayatolás. Cuestionados por su fracaso político y económico, solo han podido frenar las protestas con fuerza policial y la brutalidad de la milicia basiyí. La alianza entre la teocracia chií iraní y el tirano alauí sirio presagia un largo y sangriento conflicto en el que solo una derrota total de Bachar, al estilo de Gadafi, acabará con su régimen, mientras ONU, Liga Árabe y Países no Alineados matan el tiempo discutiendo principios éticos y políticos.