Una decisión legítima y correcta

OPINIÓN

29 ago 2012 . Actualizado a las 22:19 h.

El hecho de que al PP le convenga anticipar las elecciones, y la aceptación de la hipótesis -siempre defendida por mí- de que Feijoo no necesitaba ni adelantos ni estrategias retorcidas para salir de favorito, en modo alguno le restan legitimidad a una decisión que, además de no tener más alcance que el de una simple adecuación del calendario electoral, está justificada por razones explícitas e implícitas básicamente acertadas.

Es cierto, por ejemplo, que el ciclo presupuestario de la crisis se compadece mejor con unas elecciones previas a la elaboración de las cuentas del 2013 que con una prórroga de seis meses del actual presupuesto, o con la hipotética aprobación de los nuevos presupuestos por un Parlamento que ya está políticamente consumado. También es verdad que la coincidencia con las elecciones vascas evita una larga, cara e inoperante precampaña, y deja expedito el calendario político para los serios compromisos a los que van a estar sujetos todos los Gobiernos de España. Y por eso puede decirse que las razones que explicitó Feijoo para justificar su decisión son objetivas e importantes.

En perspectiva negativa, y sin explicitarlas, al presidente también le asisten dos argumentos que, aunque no tengan revestimiento institucional, entran plenamente en la categoría de circunstancias que pueden influir en la disolución anticipada del Parlamento. El primero es el de aminorar el previsible desgaste que ha de experimentar el PP en el corto plazo, ya que dicho desgaste, lejos de configurarse como el efecto propio de un «mal gobierno», es el precio que hay que pagar por la toma de medidas de ajuste y reforma estructural que vienen exigidas por un largo período de prodigalidad política y económica de responsabilidad difusa. Y el segundo es la evidencia de que, viéndose la oposición desorganizada y dividida, más empeñada en hacer políticas de contragobierno que en fabricar una alternativa razonable, nadie debe reputar como ilícito que Feijoo haga confluir la racionalidad política y económica de su decisión con su propia conveniencia estratégica. Porque matar varios pájaros de un tiro es mérito de buen cazador, salvo que la pieza principal se escape y solo se cobren trofeos inconsistentes.

Finalmente, creo que Feijoo tiene derecho a arrumbar con dignidad su infumable proyecto de reducir el Parlamento, y a dilatar ad kalendas graecas la inútil comisión parlamentaria sobre la fusión de las caixas. Rectificar con disimulo también es de sabios, y a nadie se le puede exigir que haga prevalecer la coherencia en el error sobre la astucia de la rectificación. Por eso creo que este adelanto, sin ser imprescindible, es correcto. Y que a la oposición le conviene más jugar el partido con brío e inteligencia que mantener una tangana estéril contra esta primera decisión arbitral.