El despertar árabe también es femenino

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

20 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuando se iniciaron las manifestaciones de protesta en Túnez y Egipto las imágenes retransmitidas nos permitieron ver la otra cara de las sociedades árabes, esa escondida tras las cortinas de los hogares, ahogada por las inhumanas imposiciones tradicionales, sometida bajo el velo de la justificación religiosa, el rostro hermoso de miles de mujeres de todas las edades y procedencias. Para nuestra sorpresa fueron las más activas protestando contra décadas de injusta dictadura, de corrupción y represión. Recorrieron las calles, aguardaron pacientemente en las plazas y velaron durante días reclamando un cambio de sistema. Mientras, los barbudos Hermanos Musulmanes y otros salafistas observaban en sus mezquitas, ellas se arriesgaron haciendo oír su voz. Cuando la revolución fue posibilidad real con dimisiones de Ben Alí y Mubarak, los Hermanos Musulmanes, organización de larga trayectoria, fundada en Egipto en 1928, sacó «bravas» huestes a la calle para usurpar el éxito de hombres y mujeres que habían abierto el camino. No les resultó difícil ganar las elecciones frente a bisoñas y descoordinadas opciones políticas recién constituidas. Ahora, los islamistas quieren imponer su ley, lo que supone hacer retroceder los derechos de las mujeres. Con las guerras de Libia y Siria, las mujeres han tenido que esconderse por ser el objetivo más fácil de la violencia, pero no quiere decir que no luchen. Las revoluciones se hacen para lograr la libertad, pero, una vez más, si los islamistas se salen con la suya, la primavera árabe puede convertirse en el invierno de las mujeres y de su sociedad, por eso hay que apoyar con fuerza su «despertar».