Abundando

Gonzalo Ocampo
Gonzalo Ocampo EL RETROVISOR

OPINIÓN

09 may 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Un amigo y lector, prestigioso jurista, me insta a la dureza cuando en este espacio me refiero a la circulación de ciclistas sobre las aceras, tras padecer un contratiempo y algún que otro sobresalto causados por conductores de bicicletas entre atolondrados, imprudentes e inhábiles. Pero poco queda por añadir a lo ya dicho atendiendo al asunto desde la doble perspectiva que ofertan los textos legales de aplicación al caso. De una parte, el Reglamento General de Circulación impone a los ciclos -bicicletas- el uso del arcén o de la calzada, sin referencia al uso de las aceras, ni siquiera bajo supuestos excepcionales. De otra parte, el texto básico, la Ley de Seguridad Vial, define la acera como el espacio reservado al tránsito peatonal.

Ciertamente, cuando las bicicletas circulan sobre las aceras crean peligros para los caminantes, más si su andadura es dificultosa y más si las propias aceras son angostas.

Por si poco fuera, no parece que los vigilantes del tráfico en los centros urbanos estén dispuestos a la asunción de este plano de sus funciones. Y ya nada más que añadir.