No serán los protagonismos personales los que dificulten un acuerdo por su parte, dijo ayer Francisco Álvarez Cascos. Pura lógica. Los protagonismos personales no han influido en absoluto en la situación actual de Asturias ni en la trayectoria del que fue vicepresidente del Gobierno con el PP.
Que las siglas de su partido actual, FAC, coincidan con sus iniciales es mera casualidad. Quien pretenda ver algún atisbo de protagonismo es víctima de una imaginación desbordada.
Lo mismo que quien crea que hubo personalismo en su salida del Partido Popular, tras vez rechazado su intento de encabezar la candidatura asturiana. Ni lo hubo entonces ni influyó en la creación del FAC ni en la negativa a pactar los Presupuestos con sus antiguos compañeros de partido.
Imponer a sus vecinos una segunda campaña electoral en menos de un año y en plena crisis tampoco es un ejercicio del más absoluto egocentrismo. Que la participación de los asturianos haya caído en 11 puntos no tiene que ver con el hastío de los ciudadanos por la incapacidad de quien debe gobernar para asumir sus compromisos.
Y cuando su candidatura obtiene 50.000 votos menos , pierde tres escaños y baja del primer al tercer puesto, la lectura no es que el PSOE haya resistido, que IU haya crecido o que UPyD haya entrado por primera vez en la Cámara astur. No. La clave es que los asturianos han cerrado el paso a la izquierda y que PP y FAC están condenados a entenderse. Con él al frente, se supone. Pura lógica. No hay personalismo alguno en Francisco Álvarez Cascos, sino en quienes se niegan a ver el mundo exclusivamente a través de sus ojos.