Siempre la componenda

Pablo Mosquera< / span> EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

12 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Los socialistas gallegos siguen empeñados en hacer uso de la componenda. Al menos esa es la oferta de su secretario general tras su regreso de Sevilla. Mejor que un congreso en marzo, abierto, de ideas, partiendo de la autocrítica que está pendiente, ofrece un debate «amplio y profundo» pero interno, que es tanto como sin que trascienda, y desde luego lo más tarde posible, para lo cual se inventa dos historias: la del adelanto electoral y la de la derrota del PP.

Hay que ver qué cosas se le ocurren al de O Carballiño para evitar que la tormenta interna de los socialistas gallegos ponga dificultades a su liderazgo. Es mejor un mal acuerdo que un buen pleito, con participación democrática de las bases, pues aunque haya acertado con la apuesta por Rubalcaba no las tiene todas consigo al colarse en la ejecutiva nacional Carmela Silva, tan próxima al alcalde de Vigo.

Mientras, este país nuestro se debate con las noticias de un 2012 peor que su antecesor. Podemos llegar a los seis millones de parados y a los trece millones de pobres. Podemos preguntarnos qué hemos hecho para merecer semejante castigo de medidas en las que no conseguimos entender cómo se puede crecer económicamente para crear empleo, si cada día tenemos menos dinero en el bolsillo y más gente sin trabajo a la que hay que proteger por razones de justicia social.

Ya nadie cree en las reformas laborales. Entre otras razones por la extraña sensación de comprobar cómo no tienen las mismas intenciones la patronal y los banqueros que los trabajadores. Los primeros quieren el máximo posible para su cuenta de resultados, mientras los segundos solo aspiran a no perder más derechos sociales que con tanto esfuerzo y sacrificio habían consolidado varias generaciones de españoles. Por eso resulta escandaloso comprobar lo que a estas alturas conservan los unos, lo que siguen ganando, lo que se llevan en sus jubilaciones, lo que reparten en los consejos de administración, y lo que se les discute a los trabajadores públicos, que son los auténticos consumidores a los que se les pide que tiren de la economía diaria o mantengan la vida de las pequeñas empresas familiares. Aquí también surgen las componendas. Mientras que para las clases populares se opta por el trágala, en nombre de la crisis y sin miramientos, a los de arriba se les encuentran recursos y acomodo.