05 feb 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

SIN DUDA, éste es el verbo que más conjuga un cubano desde hace tiempo, también en este momento a pesar de la ligera mejoría económica gracias al petróleo venezolano. Antes de continuar, conviene hacer una puntualización: me refiero a un cubano de los que viven en Cuba, porque hay más de dos millones viviendo fuera de la isla (y, por lo que pude percibir en mi reciente viaje, no hay más porque las «circunstancias» no lo permiten). El verbo en cuestión viene a significar algo así como buscarse la vida, solucionar un problema básico de la vida cotidiana, conseguir algo que necesitas perentoriamente (insisto, básico, no lujoso), como lograr comprar tinta o folios para la impresora, una pieza de recambio para el coche o unos espejuelos -unas gafas- nuevos. En un edificio gubernamental habanero luce una gran pancarta relativa a la eficiencia¿ No resulta fácil ser eficiente cuando la mayor parte de tu tiempo, de tus energías y de tus ilusiones se consumen en la parada del autobús y en solucionar pequeños asuntos -pero de una enorme relevancia práctica- para los que, aparentemente, la solución debería ser mucho más fácil, ágil y asequible. No entiendo por qué a determinadas personas se les ponen trabas y se les impide la importación de vehículos nuevos (menor consumo, menor contaminación, mayor eficiencia) para sustituir otros ya caducados que constituyen todo un milagro andante. Pareciera como si la ideología y los prejuicios primasen por encima de la economía y del bienestar de la población. En ésas andaba meditando durante una de las sesiones del Congreso de Bioética en el que participaba cuando retumbó en mis oídos una información que, realmente, me dejó impactado: según los datos oficiales, en el país la cifra de abortos (sólo por legrados) se aproxima a 150.000 por año, lo cual prácticamente iguala la cifra de niños nacidos vivos en igual período. Sin embargo, esta cifra, ya de por sí llamativa, no incluye los abortos con empleo de succión por vacío (la eufemísticamente llamada regulación menstrual). Todo parece indicar que el aborto se está tomando allí como un método de control de la natalidad ordinario (cuando la OMS no lo considera como tal) y que el machismo sigue fuertemente vigente en la sociedad cubana, haciendo recaer en la mujer toda la carga de una planificación responsable de la familia. No sé qué dirían los omnipresentes Martí y Varela de este asunto.