LA PREGUNTA de estos días es ¿qué harías tú con 2.800 millones de euros? Hace unas semanas, la pregunta era casi la misma, pero con 2.200 millones nada más. Las respuestas se quedan cortas, incluso las de éstos que tienen sueños descabellados, como comprarse una isla en el Caribe o arreglar el país, porque la mayoría, acostumbrada como está a mirar un sueldo que alcanza con dificultad las cuatro cifras, carece de cuentakilómetros adaptado a estos viajes espaciales de diez dígitos. Dicen que Manuel Jove sí tiene respuesta. O sea, que las consecutivas ventas de sus participaciones empresariales no responden a una progresiva retirada de la actividad, como algunos supusimos cuando se conoció el acuerdo de venta de Fadesa. Una incógnita despejada ayer es que no veremos, como tanta gente esperaba, que la ingente cifra de liquidez procedente de la inmobiliaria pudiera emplearse en lograr un cierto control -y aprovechamiento- de Unión Fenosa desde la tierra que con tanta profusión e intensidad explota. Jove abandona y cede al juego de poder en el que están embarcados los dueños de ACS y de Martinsa, nuevos mandarines de la energía. Opta por un pacto muy conveniente para Florentino Pérez, no tanto para el conjunto de los accionistas de Fenosa. Los presuntos aliados naturales de Jove en el consejo de esta compañía -las entidades financieras gallegas- tampoco han mostrado signos de que les interesara la posible operación de regalleguización ; parece que la atávica incapacidad para cooperar sigue alcanzándonos a todos los niveles.