No echar más leña al fuego

| ANDRÉS PRECEDO LEDO |

OPINIÓN

15 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

ACABO de ver publicado el primer mapa que delimita con cierto detalle el espacio quemado estos días en Galicia. Al observarlo advierto una serie de factores geográficos directamente relacionados con el fuego. Por un lado, el espacio quemado coincide en grandes líneas con el área de predominio de los afloramientos graníticos, sobre los cuales se forman suelos arenosos con escasa capacidad de retención de agua y que por eso generan una sequedad de naturaleza edáfica. También coincide con el área que registró mayores temperaturas durante este prolongado verano térmico. En tercer lugar, se trata de terrenos muy montañosos de difícil acceso, de fuertes pendientes y ocupado por extensos matorrales y bosques de repoblación carentes de cuidado alguno. Razones todas que explican que sea el área con mayor riesgo de incendio todos los años. Era previsible que un día u otro tendría que empezar a arder, como por desgracia ocurre todos los años, aun siendo menos cálidos que éste. La cuestión, por tanto, es la siguiente: ¿estábamos preparados para contrarrestar ese riesgo? Todo indica que no, y también todo parece indicar que el principal error, además de las equivocaciones político-administrativas y técnicas evidentes en el proceso de organización de la campaña contra el fuego, fue la falta de respuesta de los servicios de proximidad. Lo he visto en el concello donde paso el verano, que está en la zona no quemada: un día surgió humo en el horizonte, los equipos locales se desplazaron rápidamente y en pocos minutos se eliminó el riesgo. Y ese había sido el acierto del dispositivo de Romay. En cuanto una columna de humo presagiaba un fuego, un agente aparecía allí y se cortaba. Y eso es lo que falló este año, porque una vez que el fuego se expande es muy difícil pararlo. Así se explica que a igual o si se quiere mayor número de fuegos, el resultado de este año haya sido catastrófico. Sin duda que aquí hay responsabilidades que deben conocerse cuando sea el momento, pero lo que no es de recibo es esa campaña permanente culpando a unas tramas que no aparecen, a una formación política que trabaja y ofrece colaboración para reducir el desastre, a los incendiarios de siempre como si fueran algo distinto o, finalmente, a la organización del territorio, cuyo desorden efectivamente se remite a muchos años atrás. No se puede afrontar un asunto de tanta gravedad generando infundios, inventando tácticas, asociando factores y sin asumir las responsabilidades que corresponden. Hacerlo así es echar más leña al fuego y por la desgracia y la mala gestión ya hemos visto quemar leña bastante. Transparencia es decir la verdad y no sólo difundir noticias.