Arnaldo Otegi, el interlocutor irlandés

| ROBERTO L. BLANCO VALDÉS |

OPINIÓN

14 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

QUE UN sujeto como Otegi sea hoy uno de los protagonistas de la vida política española es prueba irrefutable del alto riesgo de la estrategia antiterrorista impulsada por el presidente Rodríguez Zapatero. Y, sin embargo, ahí está Otegi, autoproclamado interlocutor indispensable para acabar con un conflicto del que él y sus amigos -etarras y batasunos- son responsables exclusivos. Una bronquitis bondadosa lo ha librado por el momento de la más que probable orden de prisión que le esperaba, pero el debate que esa posibilidad ha suscitado resulta de gran utilidad. Pues Otegi y Batasuna, y, en su apoyo, el PNV y aún ciertos líderes indecentes que padece el PSE, se han aprestado a proclamar que el encarcelamiento del interlocutor indispensable sería como enviar un torpedo a la línea de flotación de la nave de la paz. Nave capitaneada -¡paradojas de la vida!- por quien se ha negado sistemáticamente a condenar los crímenes de ETA. Ese debate sobre la oportunidad política de cumplir la ley en un Estado de derecho preanuncia el que llegará, de producirse la tregua que Zapatero ve unos días tan cercana y otros tan plagada de dolor. Porque, bajo la añagaza recurrente de la exigencia del abandono definitivo de las armas que ETA debería anunciar para iniciar con ella cualquier trato, todos sabemos que a lo que se aspira de verdad es a una tregua, es decir, a un cese provisional de la violencia cuya conversión en definitivo no podría sino estar condicionado a los resultados de la posterior negociación. Pues bien: será en ese contexto, que algunos consideran deseable, en el que nos encontraríamos a diario con lo que ahora acabamos de vivir: con un intento constante de chatanje por parte de los amigos de una ETA hoy en activo, pero sin víctimas mortales, y entonces simplemente congelada, para que se acepten sus exigencias, porque lo contrario equivaldría, según ellos, a poner piedras en el camino de la paz. Aunque pocos lo saben por aquí, eso es exactamente lo que sucede en Irlanda del Norte desde que el IRA ha dejado de matar: el profesor Rogelio Alonso, el español que más sabe de este asunto, se ha cansado de repetirlo en libros y artículos de prensa. Pero ni siquiera es necesario mirar a Irlanda para conocer lo que nos esperaría con una ETA en tregua tutelando todo el proceso posterior. Basta con oír lo que estos días no se han cansado de repetir Otegi y aliados: que los enemigos de la paz (es decir, del cese de los crímenes) son los que los han sufrido desde siempre; y que los auténticos partidarios de la paz son los que no han dejado nunca de defender a los pistoleros y a sus bandas de matones.