25 dic 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

EL HECHO URBANO es la característica más importante del mundo contemporáneo. La mayoría de los cambios sociales traen causa del crecimiento de las ciudades y de su influencia en la vertebración del territorio. Y en modo alguno podría hablarse de la sociedad de la comunicación y de las nuevas tecnologías, o de la globalización económica y cultural, sin las oportunidades logísticas que proporcionan las ciudades. Incluso en Galicia, donde la dispersión de la población y el minifundismo agrario constituyeron una cultura y un signo de identidad, se están imponiendo las ciudades. Porque, a pesar de ser muy pequeñas en términos absolutos, y de carecer de una jerarquía -quizá imposible- que permita objetivar sus relaciones, nuestras viejas ciudades están empezando a colonizar sus entornos y a penetrar con sus modos de vida y sus actividades económicas en amplios territorios que, manteniendo su fisonomía rural, constituyen de hecho fenómenos urbanos. Por eso resulta evidente que nuestras ciudades no caben en los espacios administrativos que diseñaron los liberales hace siglo y medio, y que resulta imposible seguir negando los hechos metropolitanos que difunden una única ciudad sobre un laberinto de Administraciones locales de diseño irracional e insostenible. La fórmula más correcta para afrontar nuestro problema sería la reestructuración de los municipios de toda Galicia, ya que sólo así podrían generarse Administraciones eficientes en los campos de la política y la economía. Pero, dado que nadie se atreve a mencionar este asunto, y que las inercias localistas siguen pesando sobre amplias capas de población que no acaban de entender que el futuro de la ciudad depende de sus impuestos, tenemos que celebrar las pequeñas iniciativas que, como el Plan de Transporte Metropolitano (PTM), empiezan a dar pasos en la buena e inexorable dirección de los hechos urbanos supramunicipales. Pérez Touriño y María José Caride son pioneros y expertos en el análisis de estas dinámicas urbanas. Y por eso tengo por cierto que están midiendo con absoluta precisión las consecuencias de una medida que, sin exigir gravosas inversiones, puede introducir grandes cotas de racionalidad y modernidad en el caótico sistema urbano que estamos generando. La idea -es justo decirlo- ya había aflorado en Santiago durante la gestión de Núñez Feijoo. Pero la elevación del PTM a la categoría de actuación estratégica, y su extensión inminente a todas las ciudades de Galicia, representan una plausible novedad. Y es que la acción de gobernar depende más de las buenas ideas que de los grandes recursos, en una secuencia prodigiosa que recuerda muchas veces el huevo de Colón.