Leonor: nacida ayer

|ASSUMPTA ROURA|

OPINIÓN

31 oct 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

HA SIDO niña, informaban por la radio y por la televisión ya en las primeras horas del lunes 31. Cuando me había adentrado en las horas del día lluvioso vi por televisión, como tantos otros españoles, al Príncipe emocionado pronunciar una primeras palabras. Me pareció observar que lo humano y lo simbólico se ponían azarosamente de acuerdo, lo que demuestra una normalidad institucional que se agradece. El nacimiento de quien, si se cumple lo prometido, va a suceder en el trono al sucesor, trasciende las páginas de color de rosa porque afecta a todas las instituciones, políticos incluidos. Recordé las palabras de Carod cuando le dijo al Rey que hablando se entiende la gente y ahora podremos comprobar si todos están de acuerdo, empezando por el PP y por Carod, que lo extremos se tocan. La infanta Leonor ha llegado cuando el país se ve azotado por la construcción, por parte de unos pocos, de un histerismo populista deprimente. Pero también ha llegado cuando el siglo XXI se ha abierto convulso y, ojalá que como quien nace con un pan bajo el brazo, reduzca la fiebre de quienes, hambrientos de poder, ven a España rota y al mundo necesitado de guerras. Quienes confiamos en la esperanza como motivadora de acciones transformadoras podríamos tomar a la recién nacida como amuleto de la buena suerte antes de que, como ya hizo ayer, lunes, el conseller primero de Cataluña, el señor Bargalló, de ERC, la tomen como rehén para trifulcas constitucionales sobre nuevas posibilidades o imposibilidades para el Estatuto, que justo mañana va a ser presentado en el Parlamento español. Por suerte, Montilla, primer ministro de la lucidez en el PSC, apagó de un soplo los humos de la prepotencia populista republicana. Leonor ha llegado ignorando el boicot a los productos catalanes que se fomenta como muestra de un odio sin fundamento y que supone poder para hoy y hambre para mañana. Esperemos que pronto se lo cuenten como un cuento sobre lo que no debería suceder. Bienvenida, infanta.