Premiar la paz

OPINIÓN

07 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

ES BIEN cierto ese dicho popular de que los suecos se hacen el idem, que viene a ser algo así como decir que no se enteran de lo que no quieren. Ayer mismo se les ha ocurrido conceder el Premio Nobel de la Paz casi sin haberse leído los periódicos. Y se lo han dado al Organismo Internacional de la Energía Atómica, en la persona de su director, Mohamed El Baradei. El premio se lo otorgan por los esfuerzos por evitar la proliferación de armas nucleares. Pero lo que muchos han entendido es que lo que se ha premiado es la férrea oposición de El Baraderi a la devastación de Irak, porque denunció, a los cuatro vientos, que Sadam no tenía armas de destrucción masiva. Y uno se pregunta. ¿Quién se merece más el Nobel de la Paz? ¿El que anda por ahí aireando sus presentimientos o el que se calza las botas, se cala el casco, se arma hasta la trompa de Eustaquio y se va allí a cepillarse iraquíes? ¿Se merece más el Nobel el que denuncia desde una tribuna o desde un periódico, o el que se arriesga a ir a las Azores a hacerse una foto? Porque no fue solo El Baradei el que dijo que Sadam no tenía armas para volar el planeta. Lo dijimos todos los que no somos bobos. Es decir, miles de millones de parroquianos de todo el mundo y aquí estamos. Sin Premio Nobel, sin Premio Planeta y ni tan siquiera el Príncipe de Asturias, que lo tiene hasta Harry Potter. Pero contra la desinformación hay poco que hacer. Porque ahí quedan George, Tony y algún profesor asociado más, que estarán que echan chispas. Con toda la razón, porque lo que la Academia sueca ha hecho ayer no es razonable. Premia al que dice que Irak no tiene armas de destrucción masiva y no reconoce el trabajo de los que se van allí a buscarlas. Y que allí siguen buscándolas, dos años y medio después. Que ya me dirán si no es para premio.