El 14-M de los obispos

OPINIÓN

09 mar 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

LOS OBISPOS españoles también tienen su 14-M. La sorpresa por el resultado en la elección del presidente de la Conferencia Episcopal se asemeja a la de las elecciones generales del pasado año cuando Rodríguez Zapatero se impuso, contra todo pronóstico. Eso sí, la de ahora menos convulsiva, menos disputada y sin sobresaltos trágicos de última hora. Tampoco nos hagamos grandes ilusiones. La sustitución de Ricardo Blázquez por la de Rouco Varela no va a significar ningún cambio espectacular en el esquema teológico. Ni, por supuesto, que a partir de ahora la Conferencia y con ella todo el estamento religioso, viren hacia un progresismo y un liberalismo que rallen la radicalidad. Aunque sería lo deseable, no lo esperemos. La doctrina va a seguir siendo la misma, quizás con ese nuevo estilo que nos anuncian quienes conocen al obispo vasco y que aseguran que, por encima de todo, es una persona dialogante. Un estilo, una necesidad de diálogo y una apuesta por la conciliación que el anterior presidente, el vilalbés Rouco Varela, nunca mostró. En su despedida no es necesario recordar los numerosísimos capítulos de desencuentros y enfrentamientos que lideró. Algunos tan inauditos como estrafalarios. El balance de Rouco, si se realizase con criterios empresariales sería catastrófico. Durante su gestión, la Iglesia ha perdido clientela. Hoy se declara católico el 14% de los jóvenes, que es la mitad de lo que lo hacía tres años atrás. Por eso el cambio en la cúpula episcopal hay que recibirlo con tanta prudencia como optimismo. Porque Blázquez no es Rouco. Y porque, al menos, parece estar asegurado el diálogo. Claro que también sería deseable que el nuevo presidente tuviese siempre presente que este es un Estado aconfesional. Y que por eso, muchos tenemos derecho a que no se nos incordie, ni moleste.