CÉSAR CASAL GONZÁLEZ | O |
08 feb 2005 . Actualizado a las 06:00 h.UN AMIGO siempre dice de los deportes minoritarios que son minoritarios porque no va ni la novia del pívot. Es cierto. Pero también es verdad que no es bueno el pensamiento único y lo del fútbol en este país es pensamiento único, puro y duro. Anula de forma miserable al resto de deportes. El balonmano español en Túñez ha dado una lección. Como antes el fútbol sala. Nada menos que campeones del mundo. Algo que siempre vamos a ser con la selección de fútbol en cada cita para luego salir vapuleados. A lo mejor es un problema de exceso de mimo. Los futbolistas españoles se creen estrellas desde que marcan dos goles en el colegio y así no hay manera. Luego llegan los millones y Nuria Bermúdez y se acabó. Ganamos a fútbol sala y a balonmano porque jugamos como los mosqueteros todos para uno y uno para todos. Con un entrenador, pleno de inteligencia emocional, Pastor, que ha mimado a todas las ovejas. Los tres últimos partidos fueron para ver en vídeo una y otra vez. Contra los armarios noruegos, la anfitriona Túñez y su Frankestein de dos metros y la agresiva competitividad croata, España lo bordó. Y en la portería, Barrufet y Hombrados, tanto monta, monta tanto. cesar.casal@lavoz.es