Premios Turia

| IGNACIO RAMONET |

OPINIÓN

13 jul 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

CUANDO me anunciaron que nos iban a otorgar, a Le Monde Diplomatique y a mí, el Premio Turia por la «mejor contribución a los Medios de comunicación», traté de informarme sobre esos galardones. «Los concede una publicación semanal, Cartelera Turia , que este año cumple su cuadragésimo aniversario. Se edita en Valencia y es muy original», me dijeron. Consulté un ejemplar. Una especie de guía del ocio de la Comunidad Valenciana, de unas 140 páginas, en pequeño formato de bolsillo. A primera vista, la publicación me pareció modesta y sin ningun interés particular. Presenta, cada semana -sale los viernes- todos los eventos culturales y los espectáculos, exposiciones, cines (sin omitir las películas clasificadas X), teatros, música, conferencias, y también selecciona restaurantes, así como los programas de televisión. A priori, ya digo, nada muy diferente de lo que proponen en cualquier gran ciudad moderna otras guías semejantes. En París, por ejemplo, hay no menos de tres publicaciones con estas mismas características, muy ligadas a las industrias culturales y saturadas de propaganda comercial. Si una de ellas me hubiera otorgado un premio (costumbre que no tienen) sin duda lo hubiese rechazado para no aparecer como cómplice de un sistema que sólo valora al producto cultural que más gasta en su propia publicidad y que de hecho boicotea toda verdadera creación artística original. ¿Por qué aceptar entonces el premio de Cartelera Turia ? Porque leyéndola con mayor atención se da uno cuenta de que se trata de algo más que de una guía. En cada sección hay artículos firmados (a veces por escritores, periodistas o artistas célebres) que ofrecen -sobre cine, teatro, fotografía, arte- puntos de vista muy personales, análisis muy singulares y estudios muy documentados. Más que un simple catálogo de manifestaciones, Cartelera Turia es una verdadera revista de autores que asume con mucha personalidad su misión pedagógica -y casi política- de guiar y formar el gusto de sus lectores para iniciarlos al buen cine, al buen teatro, a la buena música. Educarlos en el conocimiento de los autores, de los estilos y las diferentes escuelas. Empujarlos a ser más exigentes con la calidad de la oferta artística. Y todo sin caer en el agobio del pedagogismo político, tan pesado a veces y tan fastidioso. Al contrario, Turia es, como afirmaba La Codorniz , «la revista más audaz para el lector más inteligente». Aqui reina el humor, la broma y hasta -normal en el país de las fallas- el puro cachondeo. Acepté pues el premio -consiste en una espléndida reproducción del Halcón maltés «elaborado en la misma materia con la que están hechos los sueños», como se dice en la película de John Huston interpretada por Humphrey Bogart- y llegué a Valencia para recibirlo la semana pasada. Nunca imaginé que estaría en tan buena compañía. Pues me encontré allí con los demás galardonados: la escritora Almudena Grandes, el realizador David Trueba, el investigador Bernat Soria, la actriz Ariadna Gil, el crítico de cine Diego Galán, el director Basilo Martín Patino, y el admirado periodista Iñaki Gabilondo. También se hallaban personalidades como Román Gubern, Susana Fortes o el entrañable José Luis Sampedro para entregar los premios en una ceremonia simpática, con música y humor, inspirada a escala local de la que se hace en Hollywood para la entrega de los Óscar. Poco a poco iba yo entendiendo, por las características de las personas presentes (ninguna era de derechas), que Cartelera Turia estaba enviando otro mensaje. Aquí se premiaba el sentimiento crítico, el espíritu de resistencia, el coraje de oponerse a las opresiones dominantes. La revista nació en 1964, bajo el franquismo duro, y tuvo que aprender a decir las cosas más críticas disfrazándolas de comentarios sobre películas o de opiniones sobre libros. Pero los lectores sabían, y los censores también, que la prohibieron muchas veces y a punto estuvo de cerrar por las multas de castigo. Pero se mantuvo. El año en que le dieron el premio al inolvidable Manuel Vazquez Montalban, éste recordó que de todas las publicaciones antifranquistas - Triunfo, Cuadernos para el diálogo, Hermano Lobo , etc. - Cartelera Turia era la única que había conseguido sobrevivir. Que sea por muchos años.