Un regalo envenenado

| FERNANDO ÓNEGA |

OPINIÓN

18 feb 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

JAIME MAYOR confesaba por la mañana en TVE: «ETA va a intervenir en campaña, pero no sabemos cómo». ¡Qué poco duró la incógnita! Dos horas después, un petardazo se introducía en la agenda electoral: ¡tregua en Cataluña! ¿Lo sabía el Gobierno? Lo intuía: el viernes, Eduardo Zaplana dejó caer que cabía «alguna sorpresa». ¿Lo sabía Carod? No lo parece. Hace dos días le decía a Iñaki Gabilondo: «No sé qué más puede salir, sinceramente». Pues salió la bomba. Una bomba que la banda terrorista ha colocado bajo la mesa del gobierno catalán y bajo los carteles de Rodríguez Zapatero. Desde la tregua de 1988, ETA no había causado una conmoción política semejante, que forzó a hablar a todos los dirigentes. Si buscaba, como parece probable, protagonismo y publicidad, lo ha conseguido. Ayer, a tres semanas de las elecciones generales, se ha convertido en eje de la política española. Ha vuelto a demostrar su capacidad para desestabilizar este país. Es una herejía decirlo hoy, pero no existen pruebas de que esta tregua sea el resultado de la reunión de Perpiñán. Desde luego, ETA no cita un acuerdo con Carod-Rovira, y éste se desmarca hasta el punto de calificar el comunicado como «inmoral». Pero poco importan esos detalles. En el calentón político que vive España, con análisis de brocha gorda y reparto generalizado de culpas, a Carod le toca cargar con todas las culpas. Es una cruz que ha ganado desde que en 1991 propuso exactamente eso: que ETA no mate en Cataluña. Con trece años de retraso, ahí tiene su regalo envenenado. Lo demás lo pone el juego electoral. El Gobierno se lanza en tromba contra el PSOE. Es una oportunidad de oro para apelar al voto del miedo, porque el perverso Carod ha prometido su apoyo de investidura a Rodríguez Zapatero. El bueno de Zapatero -¡qué año lleva, madre mía!- merece tantas críticas como si fuera el autor del comunicado. El tripartito catalán tiene que ser demolido. El PSOE y ese tripartito, puestos en boca de ministros, casi parecen tan malos como los etarras. Los resultados son éstos. 1) ETA sigue demostrando capacidad de intriga. 2) Carod, a pesar de su manifiesto de ayer, es el enemigo público número uno. Quizá no tenga más salida que dimitir como secretario general de ERC. 3) Las urnas se le ponen más cuesta arriba a un Zapatero que tiene que pagar los pecados de otros. 4) Dado el clima de opinión creado, el gran beneficiado es el PP. Y 5) El buen dato es que ETA ha conseguido la condena de todos. Desde Ibarretxe al propio Carod, el grito que más se oyó en España ha sido éste: que deje de matar. Pero en ese detalle sólo nos fijamos los optimistas. Los demás están pendientes de la soga que ata el cuello de Zapatero.