De Arzalluz a Imaz

OPINIÓN

21 sep 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

MÁS DE CIEN AÑOS de complicidad entre PNV y vascos nacionalistas. Para entender lo que pasa en Euskadi es preciso conocer a los guías del nacionalismo. Más que en ningún otro lugar, lo que hacen y dicen impulsa conductas y actitudes de las gentes. La presencia de Ibarretxe en los actos conmemorativos del aniversario de la Constitución supone: su derecho como representante ordinario del Estado en la comunidad; la oportunidad de hacer un gesto para la libre interpretación, dentro y fuera de Euskadi; y la muestra de iniciativa política. Arzalluz. Profesor. Comunicador. Provocador. Carismático. Hábil parlamentario en las Cortes y en Madrid, hasta que se hizo el Estatuto. Amigo de Setién. Enemigo de Garaicoechea. Llevó al PNV a la ruptura de 1986, perdiendo la mayoría absoluta en el Parlamento vasco, diputaciones forales y ayuntamientos. Todo por su manera de ver la relación entre la presidencia del Gobierno y la cúpula del partido. «Lendakari con mando a distancia del EBB». Imaz. Tecnócrata. Eurodiputado. Nueva y moderna imagen del Gobierno vasco en Euskadi. Íntimo de Ibarretxe. Capaz de ser el presidente del PNV para que Ibarreche «reine y gobierne». Eguibar. Nacionalista guipuzcoano (una manera de estar en el mundo). Partidario, entusiasta, de Lizarra. Representa el espíritu del batxoki . Garantiza el sometimiento del lendakari a los designios del partido. La gran cuestión de la sucesión en el PNV. ¿Mejor o peor que con Arzalluz? El gesto de Ibarretxe ante el Rey permite interpretaciones a favor del liderazgo de su equipo frente al pasado que representa Eguibar. Pedirle al Rey amparo es tratar de volver al pacto con la Corona, que forma parte de los derechos históricos del pueblo vasco. Estar presente en un acto constitucional puede ser el comienzo del diálogo para terminar con la ruptura institucional. Plan Ibarretxe e iniciativa Ibarretxe en Madrid son instrumentos para sorprender, esperanzar y ganar. Ibarretxe va a por todas: control del PNV; mayoría absoluta en el Parlamento vasco, si logra el voto batasuno; y reconocimiento como guía del nacionalismo vasco, en el tercer milenio. El Estado y sus dirigentes deberían revisar su actitud para con el problema. No se puede seguir a remolque, respondiendo a las iniciativas de un lendakari que ha logrado superar a Arzalluz.