Caiga quien caiga

OPINIÓN

28 nov 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

SE HABLARÁ mucho de la caída de Caiga quien caiga . En enero desaparecerá de las pantallas de televisión el único programa de crítica política. Es un programa humorístico, descarado e irreverente. A veces, por tanto, un poco injusto. No creo que haya hecho daño a los personajes con los que se ensañó. Esperanza Aguirre, por ejemplo, se va a someter a las urnas de Madrid después de haber sido zarandeada en ese espacio. Pero es un programa incómodo para el poder. Creo que el único personaje público que se divierte con él y sonríe a sus reporteros es el Rey Juan Carlos. Los demás, empezando por el presidente, se muestran distantes y huidizos. Por eso, cuando se anuncia su retirada de la programación, es inevitable la pregunta: ¿habrá sido presionada Tele 5 para no renovar el contrato? ¿Resultaría un programa incómodo cuando estamos a punto de entrar en una encarnizada campaña electoral? La operadora dice que sólo le han movido razones empresariales, y no hay razones para dudar de su explicación. Pero hubo mala suerte. Quiso el destino que el anuncio de la extinción del contrato coincidiera con el propósito del programa de efectuar una serie sobre las actividades sociales de Ana Botella. Y, cuando se producen este tipo de coincidencias, se disparan los rumores, los analistas se instalan en la sospecha y se comienzan a ver fantasmas con unos brazos muy largos, que son los del Gobierno. Yo creo que sólo es mala suerte; una desgraciada casualidad, aunque no existan las casualidades en política, porque la señora del presidente jamás ha tenido presencias públicas, sociales o no, que puedan poner en peligro su prestigio. Pero está claro que a las ideas de televisión, como a las armas, las carga el diablo. Y, cuando mi oficio sospecha que el Gobierno tiene manos muy largas, una de dos: o las ha visto, o las teme. Si las ha visto, es que existen. Si las teme, es que también existen.