LA EXPRESIÓN violencia de género como nombre de la que ejercen varones sobre mujeres -o, más raramente, mujeres sobre hombres- genera dos posturas encontradas. Quienes se oponen a ella consideran que se trata de una inadecuada traducción del inglés gender violence, pues en ese idioma gender es, además de 'género' (gramatical), sexo ('conjunto de personas pertenecientes a un mismo sexo'). Alegan que en español no son equivalentes sexo y género, pues éste es una categoría gramatical: las personas tienen sexo, y ciertas palabras, género. Los partidarios de género aducen que esta voz se emplea con un significado nuevo, como un concepto sociocultural, que hace referencia a los comportamientos sociales de hombres y mujeres, frente a sexo, que reservan para asuntos biológicos y fisiológicos. El nuevo empleo de género tomó impulso a partir de la Conferencia Internacional sobre la Mujer celebrada en Pekín en 1995. La diputada socialista Cristina Alberdi lo justifica así: «La utilización en este caso de la palabra género es política y, por tanto, transgredir las reglas de la estricta gramática no resultaría más que un loable acto de liberación. Si la expresión violencia de género no fuera correcta, desde el punto de vista lingüístico o gramatical, tanto mejor. Al utilizarla estaremos rompiendo otra de las muchas limitaciones que han mantenido oprimidas a las mujeres...». Es posible que violencia de género acabe imponiéndose sobre otras formas, pero no será estrictamente por necesidades expresivas, pues para designar aquello a lo que da nombre pueden utilizarse violencia doméstica, violencia familiar, violencia sexista, violencia machista... y antes que la discriminación de género ya existía la discriminación sexual. hablar.bien@lavoz.es