DOGMA Y CIS

La Voz

OPINIÓN

PABLO GONZÁLEZ MARIÑAS

30 jul 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

Entre las posibles actitudes políticas, hay dos que me parecen especialmente perversas. Consiste la primera en que el líder presuponga que todos los demás piensan o deben pensar como él. La segunda, en sondear qué quiere la mayoría y llevarlo a la práctica, al margen del propio pensamiento y compromiso. Estas dos actitudes rezuman autoritarismo. Si se asume la primera, lo que concuerda con lo que el líder piensa se convierte en universal, y lo que discorda, en inmaduro o insensato. Y, como tal, si se puede, se destruye. Si se opta por la segunda, gobernando según los sondeos de cada momento, se tiraniza a las minorías, se traiciona el mandato representativo y la política pierde todo su valor creativo y conformador de las ideas en contraste. Sólo se me ocurre otra postura aún más perversa: apelar a una u otra según los casos y según momentáneamente convenga, fundiéndolas tácticamente. Aunque pienso que, así, más bien estaríamos bombardeando con neutrones el núcleo del átomo democrático, esto es, provocando una fisión. La única energía liberada sería la del aburrimiento, la atonía, el cabreo y el absentismo político.