Un equipo atrevido y con el equilibrio justo para soñar

OPA RACING

JOSÉ PARDO

El Racing de Tena ilusionó con un vendaval de goles, más que ningún rival, la mejor versión de Joselu y la explosión de Borja Domínguez como llegador. Pero se vistió de candidato al ascenso gracias a su fortaleza defensiva, con casi 700 minutos seguidos sin encajar.

21 may 2016 . Actualizado a las 17:45 h.

A seis partidos de la gloria. A seis partidos de volver al fútbol profesional. A seis partidos de desafiar a grandes de la categoría de plata. Para llegar hasta aquí, con alegrías y (algunos) tropiezos, para convertirse en un favorito para el ascenso, el entrenador del Racing, Miguel Ángel Tena, construyó un equipo valiente y equilibrado. Una apisonadora ofensiva, un equipo que acaricia el balón y divierte a su gente. Pero también un bloque solidario y rocoso, incómodo para los rivales y ordenado. Con las líneas muy juntas. La idea que el técnico, que la temporada pasada vio desde el césped lo que quería corregir, repitió desde el primer día.

Pese al chasco de la derrota en Astorga, que podía valer el título de campeón y un camino más sencillo, el Racing llega a la hora de la verdad con argumentos de sobra para ascender a Segunda A.

Nadie en su grupo metió más goles, hasta 60 en 38 jornadas. Joselu se vistió de Joselu para anotar 21 tantos (uno clamoroso se lo negó el árbitro en el acta, pero llevó su firma). Borja Domínguez, el fino medio centro pasador y organizador del juego, explotó como llegador hasta meter una decena de goles. Ambos pusieron rostro a un fútbol coral que permitió al Racing empatar en el primer puesto después de solo cinco partidos, quedarse como líder en solitario ya en la jornada séptima y soñar durante meses con un título que solo le negó una tarde ofuscada en Astorga.

Fuerte al calor de su público, pero valiente en los viajes, el Racing construyó su candidatura al ascenso con una primera vuelta en progresión. Tras la derrota del estreno en Aranda de Duero, enlazó hasta 16 partidos seguidos sin perder, una racha que se quebró en el Sardinero.

El equipo verde, ya señalado por todos como el rival a batir, ya estudiado al detalle en todas las pizarras de la categoría, aflojó algo entonces. Tras el cambio de año y los retoques en la plantilla -el más doloroso, la salida de Marcos Álvarez, al que acompañaron Juampa, Piette y Jaume Vidal-, el Racing retomó su paso firme. Incorporó cuatro caras nuevas: Garrido, Kike Márquez, Rubén Díaz y Sergio García. Este último debía tapar una emergencia en la portería por la lesión de Cabanelas. En una campaña en la que el grupo supo hacer frente a otras lesiones sensibles como las de Catalá y Mackay.

La crisis de la portería unió aún más al vestuario y terminó haciendo más fuerte al grupo, hasta enlazar 667 minutos seguidos sin recibir un solo gol. El Racing volaba hacia el título. Acabó febrero con nueve puntos de ventaja sobre el Logroñés. El racinguismo sacó todo su orgullo ferrolano, con increíbles demostraciones de apoyo ante el Santander y el Astorga. Pero el equipo perdió el liderato al sumar siete puntos en las siete últimas jornadas. El camino del club casi siempre consistió en superar senderos difíciles. Esta vez no será diferente.