El soul que no camina por territorios comerciales tiene en tipos como el británico James Hunter la garantía de supervivencia. Ahora presenta un maravilloso trabajo titulado Minute by minute, bajo el nombre de The James Hunter Six. Hoy aterriza con su nuevo proyecto en Santiago (Sala Capitol, 21.30 horas) de la mano del ciclo 1906.
-Con el mundo tal y como está, ¿un músico viaja igual con la misma intención de gustar y divertir o piensa en esas circunstancias que afectan a todos?
-Tengo canciones nuevas más cerca del compromiso político, como Look Out. Pero mi música es más un golpe en la mesa que una canción protesta. Es como decir: no dejes que se vayan de rositas. Bueno, ahora, después de la muerte de Thatcher, se puede decir que tenemos un enemigo menos.
-Se le asocia al «soul» siempre con el añadido de «revival», pero ¿no cree que en música las etiquetas más que sumar restan?
-Probablemente, haya un revival, pero yo no lo sé ni lo vivo. Lo que busco es autenticidad y hacer buenas canciones.
-¿El prestigio es una responsabilidad a la hora de actuar y presentarse ante el público?
-Siempre me he ocultado de las responsabilidades. No son cosa mía. ¡Podría ponerme un peto vaquero y un palillo en la boca y ponerme a tocar!
-¿Cómo le gusta que se comporte el público en sus conciertos?
-Que canten y bailen. Está bien que la gente esté atenta, pero no demasiado. Mejor que se suelten y que bailen... En Estados Unidos la gente a veces está sentada a la mesa como si fueran a comer. Y eso parece el tribunal de Núremberg.
-Cuando está de gira, ¿cuál es su objeto imprescindible?
-Antes siempre llevaba una cámara de 16 milímetros. Me gustaba grabar por los lugares. Ahora me conformo como todo el mundo con el ordenador.
james hunter líder de the james hunter six, que actúa hoy en santiago