Como una tapia

Emilio R. Pérez LUGO

LUGO

09 jul 2025 . Actualizado a las 19:39 h.

He visitado ya tres tiendas de esas de audición aquí por Lugo, y sigo oyendo lo que oía el primer día en que inicié esta fantástica aventura; esto es, sordo como una tapia. Así que cuando veo por la tele esos anuncios ñoños cuyo único objetivo es simplemente tocar fibra, susurrándole la nieta cuán felices éramos, abuelo, cuando oías, y marcándose este rostro memo derretido bajo música emotiva de película de Disney, es que mira, me cabreo, se me enciende ese piloto rojo que llevamos todos dentro y empiezo a echar biliar espuma por los belfos. En mi odisea personal, Buscando el tímpano perfecto, recorrí las susodichas tiendas. Me dejaban llevar gratis en la oreja los audífonos durante el período de prueba, faltaría, y cada vez que regresaba a revisión me daban largas. Y así durante un mes hasta que pierdes la paciencia y decepcionado los devuelves. Caí por fin en una, cuyo nombre no descubro, aunque adelanto que está en la Ronda, donde una chica muy amable me puso al fin las cosas claras: su oído no percibe los agudos, caballero, así que olvídese del tímpano perfecto.

Pero oigan, no me quejo, que estar sordo como una tapia también tiene su aquello. Verán. Ya les dije en su momento que me tomo mi café cada mañana en la Ousá de Frigsa. Bien. Su café es magnífico y dejé constancia de ello en la columna mentando a Yusa y olvidando a Ana y Silvia. Buena la hice. Desde entonces cuando llego, por los gestos yo diría que rezuman ironía, pues me dicen cosas que no entiendo con sonrisa oblicua y constante parpadeo mirando al techo. Subsanado ya el despiste, espero se moderen; si así no fuere… yo sigo sordo como una tapia. Ya me entienden.