Espectáculo en la Diputación para un «rebaño desconcertado»

enrique g. souto lugo / lA voz

LUGO

08 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«...Se le dice lo que quiere, y entonces lo quiere». Al menos ese es el convencimiento al que llegó Walter Lippmann, uno de los grandes intelectuales progresistas del siglo pasado, con respecto a cómo trata el poder al público, a los ciudadanos. El acierto de la afirmación de Lippmann se comprueba casi a diario desde hace años en el ejercicio del gobierno en la Diputación. Solo así se entiende que todavía siga abierto el palacio de San Marcos y que en él se celebre el hilarante espectáculo de sus plenos. El más reciente, levantado antes de la votación del único asunto que lo justificaba, es una demostración de que al público «...se le dice lo que quiere, y entonces lo quiere».

El centro del pensamiento de Lippmann es el diagnóstico de las limitaciones de la democracia como resultado de la expresión de la opinión pública. «El rebaño desconcertado» es capaz de deglutir casi todo lo que proviene del poder. El desconcierto es la pieza clave, según se va viendo, en el ejercicio de la política en San Marcos. El manejo del asunto de las residencias de la tercera edad es de manual, es una tesis acerca de cómo desconcertar a la opinión pública. El PSOE, roto; el BNG, a medias; el PP, surfeando la ola de Suplusa y las residencias. Y el público, atónito ante el escenario, olvida a qué obedece el espectáculo que financia con sus impuestos.

Dicho de otro modo: mientras la atención está puesta en el rifirrafe entre Martínez y el PSOE, queda tras el telón el verdadero problema de la provincia: el envejecimiento y despoblación imparables. Y como nada eficaz se hace para cambiar tal estado de cosas, se crea la necesidad de las residencias, que dan pie a la nueva entrega del culebrón que se desarrolla en San Marcos. Después de tanto reparto de fondos, por una y otra vía, con el presunto objetivo de fijar población en la zona rural, el resultado ha sido este: ninguno. Plenos como el del pasado viernes son el telón con el que se cubren tantos fracasos y se justifican los sueldos de los que viven de la política. Los miembros del «rebaño desconcertado» no toman decisiones ni participan directamente, pero los eligen a ellos, que en mayo de 2019, pretenden que otra vez quieran lo que les dicen que quieran.