Se rozó el lleno en el Pazo dos Deportes, que se estrenaba como sede de una final de la Copa Princesa
04 feb 2018 . Actualizado a las 11:23 h.ugo demostró de nuevo que el baloncesto corre por sus venas. El Pazo dos Deportes rozó anoche el lleno en una jornada diferente, en la que el recinto deportivo se estrenaba como sede de una final de la Copa Princesa. Los dos favoritos para ascender a la ACB se batían en duelo. Un mar de banderas precedió al rugido de las primeras ventajas. Los ánimos acompañarían a los lucenses en los 40 minutos siguientes.
El Breogán preparó los aledaños para caldear el ambiente horas antes del partido y aunque el invierno hizo por aguarle la fiesta, fueron muchos los que se dejaron querer por los celestes.Talleres de pintura de caras, de globoflexia, torneos de 3x3 y concurso de triples transcurrieron debajo de la carpa situada en las inmediaciones del pabellón. Lo más exitoso fue el bar, donde los aficionados podían tomar algo para amenizar la espera. Mini, Miki y Maximus hicieron las delicias de los más pequeños, que pudieron posar y divertirse con ellos. La música cerró la velada justo a tiempo para la apertura de puertas. Eran cerca de las 19.30 horas.
«¡Manresa, Manresa!», coreaba un sector de la grada que acompañaba los cánticos con bombos y bocinazos. Los aficionados empezaban a entrar a cuentagotas, la mayoría pertrechados con su indumentaria celeste, aunque también había valientes desplazados desde Cataluña. Los lucenses se iban acomodando tranquilos, reservando su fuerza coral para la recepción de los suyos. El concurso de pinchadiscos ahogó a los pocos, pero ruidosos, que calentaban sus gargantas.
Los decibelios subían con cada carrera, cada robo, cada balón que rozaba el aro. Tampoco cuando Manresa calentó el partido dejaron los azules de alentar. El éxtasis llegó en los segundos finales, con un lanzamiento de Muñoz que cortó el aliento y una recuperación de Rubio para la historia.