A Marronda celebró su fiesta de la naturaleza bendiciendo a su santo
08 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.El seis de julio el área recreativa de A Cortevella recibió a un nuevo huésped. En helicóptero y con un regimiento de hombres que lo guiaban desde el suelo, aterrizó sobre el mirador situado en este espacio natural la imagen de San Francisco de Asís. Fue precisamente su peso, 830 kilos, y la estrechez de las escaleras que suben hasta este paraje, las que impidieron que el santo fuese colocado a mano o con la ayuda de una grúa. Pero el antojo de un grupo de emigrantes catalanes nacidos en Baleira es ahora un símbolo de orgullo para todos los pueblos próximos.
Llegar hasta el área recreativa no resulta fácil. Es en el pregunta-respuesta tan popular en los pueblos gallegos donde el turista descubre que no solo saben como indicarle los pasos a seguir para llegar hasta el lugar. También aprende que la hazaña de estos emigrantes es ahora el símbolo de las parroquias de Baleira que están próximas a la zona. «É por alí, tes que tomar dúas curvas á dereita e logo xa chegas», indica una vecina. «O santo está no alto. Xa non nos fai falta viaxar a Estados Unidos para ver San Francisco», aclara con una sonrisa.
La amabilidad de sus gentes también se ve representada en las escaleras que suben hasta el mirador. Ayer eran muchos los que querían aprovechar la ocasión para ver al santo de cerca y, entre los peldaños, estrechos y poco horizontales, siempre había un hueco por el que poder pasar. No había prisa por llegar arriba: «Xa non estamos para estes trotes, pero merece a pena», comentaban entre sonrisas un grupo de ancianos que ascendía hasta la cumbre.
La cima también contó con la presencia de un representante eclesiástico. Don Luciano Armas, vicario general del obispado de Lugo, fue el encargado de bendecir al santo. «Espero que te podamos conservar aquí durante muchos años», dijo durante la bendición. Luego, los organizadores comenzaron el descenso desde el mirador para continuar con la fiesta.
Un espléndido comedor
Abajo les esperaban buena parte de los cerca de 300 vecinos que quisieron participar en el festejo. El lugar en el que se sitúa San Francisco es pequeño y caben muy pocas personas, por lo que muchos decidieron ver la bendición desde abajo. Un lugar en el que la sombra no solo daba cobijo en un día de calor como el de ayer, sino que, también situaba a los pacientes vecinos en una posición privilegiada para hacerse con los primeros sitios en el comedor que se instaló a los pies de los carballos.
Los árboles fueron, quizá, los mejores compañeros en el mediodía de ayer. La larga cola que tuvieron que hacer los vecinos para acceder al lugar en el que estaba el comedor, hubiese sido inaguantable de no contar con las especies autóctonas de la zona. Una vegetación que, probablemente, pocos tuvieron en cuenta, pero era el motivo principal que les reunía allí. La asociación amigos da Marronda organizó el acto de bendición bajo la tradicional fiesta de la naturaleza que celebran cada año en este espacio. El río, los árboles, las montañas... un paraje idílico, a la par que escarpado, pero la excusa perfecta para concienciar a todos los que ayer disfrutaron comiendo en el lugar.
El área recreativa de A Cortevella puede presumir de ser una de esas zonas en las que el paso del hombre apenas se nota. Una pureza en la composición del paisaje que es defendida por esta asociación. Un entorno que, aunque ayer dejó pasar entre sus hojas la música del grupo Os Charangos, que amenizó la fiesta, cuenta con múltiples rincones llenos de silencio. El festejo tuvo todos los ingredientes para que los vecinos se divirtiesen. La naturaleza, por su parte, hizo el resto.