Marisa dio nombre y vida a una reputada frutería que partió de una tienda de comestibles y de un almacén de vinos que fundaron sus padres y continúa su hijo
11 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.De niña, Marisa no quería ser princesa ni enfermera ni siquiera maestra, como la que le daba clase. Quería ser frutera y lo consiguió. Normalmente, a ese tipo de profesiones no se llega por vocación sino por los azares de la vida, pero lo suyo tiene una lógica. Sus padres, Manuel y Magdalena, abandonaron O Courel para seguir dedicándose a la agricultura en Quiroga, en Caspedro, y allí nació ella y se crió entre cerezos, viñedos, perales y entre la exuberante vegetación hortelana del fértil valle quirogués.
En 1960 el matrimonio con sus cuatro hijos se trasladó a Lugo y abrió una pequeña tienda de ultramarinos al comienzo del entonces llamado Dieciocho de Julio (Camiño Real), donde está Arenal. Se entraba por el portal y había que subir tres escaleras y bajar otras tres, por lo que la gente pronto la bautizó como Sube y Baja. El padre aprovechó el tirón que tenían en Lugo los vinos quirogueses y montó en la parte de atrás del ultramarinos un bodegón de venta a granel.
Como Marisa tenía la determinación de ser frutera, decidieron que sería esta niña la que siguiese con el negocio y comenzó a trabajar muy joven con ellos. Posteriormente ya incluyeron la venta de algunas frutas y verduras en detrimento de la de vino. A partir de 1978, cuando se jubiló el padre, Marisa fue abandonando también la parte de ultramarinos y se quedó solo con la frutería. «Fun das primeiras que comencei a traer cousas distintas», señala.
Viajes semanales
Ante esta determinación tenía que trabajar a conciencia y decidió vender solo frutas y verduras de buena calidad. En aquellos años en Lugo había más almacenes mayoristas pero posteriormente se fueron reduciendo y optó por ir al mercado central de A Coruña. Ahora, con su hijo Juan, lo sigue haciendo y es su único punto de aprovisionamiento. Acuden allí los domingos porque es cuando se celebra el mercado más grande, y en las épocas de la fruta menos duradera también van los martes y los jueves. Además, las fresas se las mandan otros días debido a su corto período de conservación.
Hace poco más de veinte años comenzó la gran expansión de la fruta, aumentando la oferta y llegando de otras partes del mundo, de modo que ahora muchas se pueden conseguir todo el año procedentes de América del Sur y de otros países, cuando no se producen aquí o no es la temporada. De todos modos, esta frutera afirma que con anterioridad la oferta ya era bastante amplia.
En 1996 Marisa traslada su establecimiento, pero se instala en otro bajo, casi enfrente del local que ocupaba. Ahora tiene un escaparate más amplio desde el que las frutas lucen más su multicolor aspecto. Sin embargo, dice que casi toda la clientela ya la tenía en el otro, y mantiene los hábitos de compra.
En sus estantes y cajones hay kiwis de Nueva Zelanda, peras del Bierzo, naranjas del Levante, manzanas de Francia e Italia, y cuando no es temporada en Europa, Chile y Argentina son buenos proveedores. Antes traía cerezas de cosecha propia de Quiroga y sigue vendiendo en temporada una media de 500 cajas de dos kilos por semana.