«Las intenciones de la familia Gil Varela fueron siempre las de mantener la colección en el Museo Provincial, y solamente la actitud de la Diputación es la que ha provocado este conflicto», dijo ayer su abogado. Señala que estas pretensiones están reflejadas en la carta remitida por la familia a Francisco Cacharro en el año 1999, existiendo también constancia documental en el recurso de apelación presentado por la Diputación, y en el escrito de contestación a ese recurso, del 2001. Todo ello, según señaló ayer el abogado, permitirá obtener la conclusión de que durante tres años la institución provincial «ignoró de forma absoluta las pretensiones de mis clientes».
Con respecto a la mención del legado en el testamento de Álvaro Gil, el abogado de la familia señaló que figura como documento número 16 aportado en el escrito de demanda.
El testamento, la clave
Señala que se trata de un testamento otorgado en 1963 en Madrid, mediante el que lega a su esposa el tercio de libre disposición e instituye como única heredera a su hija. También fue aportado el de su mujer, otorgado en 1988 en Madrid, legando la totalidad de los tercios de libre disposición y mejora a sus nietos, e instituyendo heredera universal a su hija. Esto implica «que mis patrocinados son los únicos herederos de todos los bienes» propiedad del matrimonio, dice el abogado, que considera innecesario consignarlos nominativamente.