El pequeño imperio olvidado de los caballeros templarios de Canaval

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

SOBER

La iglesia de San Pedro de Canaval fue la cabecera de la bailía o encomienda de los templarios en el actual municipio de Sober
La iglesia de San Pedro de Canaval fue la cabecera de la bailía o encomienda de los templarios en el actual municipio de Sober ALBERTO LÓPEZ

La encomienda de Sober poseyó iglesias y tierras en diversas partes de las provincias de Lugo y Pontevedra

25 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La jornada conmemorativa que celebrará este sábado la asociación cultural Caballeros Bergidum Templi en Canaval tiene el objetivo de ayudar a recuperar la memoria de la encomienda de los templarios que existió en la Edad Media en esta parroquia de Sober. Aunque es poco recordada y fue menos importante que otras encomiendas que tuvo la orden templaria en diferentes partes de la Península, la de Sober llegó a gozar de un notable poder y poseyó un buen número de iglesias y tierras asociadas a ellas en las actuales provincias de Lugo y Pontevedra.

En un trabajo publicado en el 2005 en la revista Nalgures -editada por la Asociación Cultural Estudios Históricos de Galicia-, el historiador Carlos Pereira Martínez enumeró las posesiones de la encomienda de Canaval que aparecen mencionadas en un documento datado en el año 1244, en el que se formalizó una concordia entre la orden templaria y el obispo Miguel de Lugo. Además de la propia iglesia de San Pedro de Canaval, en el territorio de Sober figura la de Santa María de Vilaescura. En el vecino municipio de Pantón, la encomienda poseyó la iglesia de Santo Estevo de Espasantes.

Otras iglesias que aparecen en el referido documento son las de Santa Cruz de Asma y Nogueira. Pereira supone que la primera de ellas es la que hoy se denomina Santa Cruz de Viana -en Chantada-, donde se veneran los restos del fraile Miguel González, un predicador del siglo XII, y donde se celebra la romería denominada del Corpo Santo. En cuanto a la de Nogueira, el historiador cree que es la de la parroquia chantadina de Nogueira do Miño. En esta misma comarca, los templarios de Sober también poseyeron la iglesia de Taboada dos Freires.

En la comarca del Deza

La encomienda de Canaval, según el mismo documento, estuvo además a cargo de dos iglesias en la comarca del Deza. Una de ellas fue la de Santa María de Noceda, en Lalín. La otra es mencionada simplemente como «Deza» , sin más datos que permitan determinar su ubicación. La misma fuente habla de una iglesia llamada San Vicente de Sisto, que en opinión de Pereira puede ser la actual de San Xoán de Sisto, en el municipio pontevedrés de Dozón.

El historiador menciona asimismo otras iglesias que, según diversos estudiosos, pudieron depender igualmenter de la encomienda de Canaval. Son las de Santa María de Bermés -en Lalín-, San Paio de Diomondi y San Vitorio de Ribas de Miño -en O Saviñao- y Santiago de Lousada, en Carballedo. Algunos autores piensan además que la antigua ermita chantadina de Santa María do Faro pudo pertenecer a los templarios de Sober.

Una presencia documentada desde abril del año 1166

La referencia más antigua sobre la presencia de los templarios en lo que más tarde sería la bailía o encomienda de Canaval, según apunta Carlos Pereira, aparece en un documento datado el 26 de abril de 1166 en el monasterio de Ferreira, del municipio de Guntín de Pallares. Los únicos nombres conocidos de los miembros de esta congregación datan de una época mucho más tardía, a comienzos del siglo XIV, y aparecen en un documento sobre las encomiendas de Canaval y Neira -en Láncara-, que entonces estaban asociadas. En él figura los nombres de un comendador llamado Diego Gómez y de dos frailes conocidos por Fernando y Nuño. El comendador gobernaba ambas encomiendas, pero no se sabe si los frailes pertenecían a una o a otra.

Pereira señala que aunque el número documentado de frailes parece escaso, es similar a los que se conocen en otras encomiendas templarias de la Corona de Castilla. El historiador añade que en estas congregaciones también había escuderos, «hermanos de oficio» -miembros conversos o legos-, criados y sacerdotes que aumentarían su personal en buena medida.