Roberto González y el retrato del poder

MONFORTE DE LEMOS

OSCAR CELA

El artista lucense lleva a los cuatro museos de la Rede Museística una reflexión sobre la imagen como símbolo para representar el control de la sociedad

08 jun 2018 . Actualizado a las 20:35 h.

Conceptos e ideas como poder, educación, historia, religión y arte son la materia prima sobre la que se asienta la reflexión creativa y personal que ayer presentó bajo el título de «Control» el artista Roberto González (Monforte, 1948) en el Museo Provincial de Lugo y que se podrá ver también, hasta el 30 de septiembre, en el resto de centro de la Rede Museística Provincial.

El artista parte del discurso de que los museos son relatores de historias, pero que siempre se han hecho desde posiciones de poder, dejando fuera de foco otras miradas. Esos discursos tradicionales de poder han marcado a las sociedades y a la percepción del arte, señala la gerente de la Rede Museística, Encarna Lago.

Roberto González presenta un centenar de retratos, la mayoría de hombres, que reflexionar sobre la imagen como comunicación de ideas, como símbolo que representa las formas históricas de relación social, especialmente las de control desde las diferentes forma de poder, como explicó ayer la diputada de Cultura, Pilar García. Las personas retratadas por González tapan la cara con la forma de la W, una reflexión sobre las redes sociales, y se colocan junto a destacadas piezas de los cuatro museos, como en el caso del de Lugo, junto a emblemáticos cuadros, configurando una particular invasión del espacio tradicional.

Poemas con imágenes

La propuesta de Roberto González se centra sobre una idea para cada museo y las imágenes estarán acompañadas por poemas y obras de María José Fernández, Marica Campo, Olalla Cociña y Olga Novo. Así, en el Provincial sobre «Control» se asocia la idea de «historia», de la influencia de los gobernantes, «medos herdados / pegadas de ferro». En la fortaleza de San Paio, «Control» se vincula a «poder», «pedra e dura». En el Museo do Mar de San Cibrao, que fue escuela, se reflexiona sobre la palabra «educación». Y en el Pazo de Tor se debate sobre la influencia de la «religión».