Rastrean en las cuevas de O Courel el pasado genético de la vaca gallega

Francisco Albo
francisco albo QUIROGA / LA VOZ

LEMOS

Huesos del cráneo de uno de los uros que se descubrieron en el 2010 en la cueva de Chan de Lindeiro y que desempeñan un importante papel en el proyecto científico
Huesos del cráneo de uno de los uros que se descubrieron en el 2010 en la cueva de Chan de Lindeiro y que desempeñan un importante papel en el proyecto científico UDC

Los científicos investigan si la especie se cruzó con el extinto uro o toro salvaje

07 may 2021 . Actualizado a las 19:50 h.

Una serie de restos fósiles descubiertos en cuevas de las sierras lucenses están siendo utilizados en un proyecto científico que tiene el objetivo de averiguar si las vacas domésticas gallegas conservan alguna herencia genética del uro, una especie extinguida de toro salvaje que durante mucho tiempo formó parte de la fauna europea. En esta investigación se ha tomado como referencia el ADN extraído de unos huesos de uro descubiertos en el 2010 en la cueva de Chan do Lindeiro -cerca del límite entre los municipios de Pedrafita do Cebreiro y Folgoso do Courel-, donde también aparecieron los restos de la mujer prehistórica conocida como Elba.

Estas muestras genéticas se han comparado con restos de vacas domésticas de diferentes épocas recuperados en las cuevas de Arcoia, A Tara -en Folgoso do Courel-, Saballeiros -en Becerreá- y la mina de Rubiais, en Pedrafita do Cebreiro. Los primeros resultados de la investigación se dieron a conocer en un trabajo publicado en la revista científica Plos One, firmado por las paleontólogas Aurora Grandal y Amalia Vidal-Gorosquieta -pertenecientes al Instituto Universitario de Xeoloxía de A Coruña-, la genetista Gloria González-Fortes -que también trabajó en esta entidad- y otros investigadores de Alemania, Italia, Reino Unido y Polonia.

Los análisis realizados hasta ahora no encontraron indicios de cruces genéticos entre el uro y la vaca doméstica gallega, pero Aurora Grandal puntualiza que estos estudios se han limitado por el momento al llamado ADN mitocondrial, que se hereda únicamente por vía materna. Todavía falta por realizar análisis comparativos con el ADN nuclear, que se hereda de ambos progenitores. «Cabe la posibilidad de que aparezca algún rastro genético del uro en las vacas domésticas, pero seguramente habrá que esperar bastante tiempo para tener los análisis de ADN nuclear», añade la investigadora.

Los restos fósiles de uro utilizados en la investigación tienen más de 9.000 años de antigüedad. Los huesos de vacas domésticas con los que se realizó la comparación son de épocas muy diferentes. Los más antiguos pertenecen al Calcolítico o Edad de Cobre -de algo más de 4.000 años- y a la Edad del Bronce, de unos 3.500 años. También se han estudiado restos de animales que vivieron en la época del reino suevo, en períodos posteriores de la Edad Media y en tiempos contemporáneos.

Una herencia que se conserva sin cambios significativos desde el Neolítico

Los análisis de los restos de vacas domésticas encontrados en las cuevas lucense muestran que los rasgos genéticos de estos animales apenas han variado a lo largo de los tiempos. «Todo indica que las vacas llegaron a Galicia en el Neolítico y ya por entonces ya venían domesticadas», explica a este respecto Aurora Grandal. «La domesticación de estos animales se llevó a cabo en Oriente Medio y los antiguos movimientos migratorios trajeron el ganado domesticado hasta Europa occidental», agrega.

Desde entonces, dice asimismo la paleontóloga, no parecen haberse producido aportes significativos de otras poblaciones de bóvidos. «Por lo que estamos viendo, la herencia genética de las vacas del Neolítico se mantuvo sin grandes cambios durante todos los períodos históricos hasta la época actual», señala.

Razas tradicionales

Las diferencias morfológicas que pueden percibir entres las razas tradicionales gallegas -como la rubia, la cachena, la limiá o la caldelá- no significa que haya diferencias importantes en el genoma. «Ahora se consideran como razas diferentes y se hacen crías selectivas para mantener y acentuar esas diferencias, pero hace siglos no se tenía ese concepto y en realidad todas esas variedades estaban muy interconectadas y se entrecruzaban mucho en los tiempos antiguos», agrega. Por otro lado, Grandal apunta que todas las poblaciones de vacas domésticas muestran muy poco variabilidad genética «no solo en Galicia, sino en todo el mundo». En caso de que se llegue a detectar algún rastro genético de cruzamientos con el uro, agrega, seguramente se tratará de un aporte muy pequeño.

Caídas fortuitas en cavidades que funcionaron como trampas naturales

Los restos fósiles de uro encontrados hace once años en la cueva de Chan de Lindeiro pertenecen a tres ejemplares que -según todos los indicios- cayeron de forma accidental en la cavidad. Lo mismo sucede, a juicio de los investigadores, con la gran mayoría de los huesos de vacas domésticas que se han encontrado en otras cuevas de la montaña lucense y que se han utilizado en la investigación. «Se dice tradicionalmente que la gente la sierra de O Courel y de otros lugares arrojaba las vacas muertas a las simas -dice a este respecto Aurora Grandal-, pero esto es algo que no tiene mucho sentido, porque esas cavidades están en general en lugares muy apartados y no se entiende por qué motivo podía alguien esforzarse en llevar los cadáveres de las reses hasta unos a unos sitios de difícil acceso para deshacerse de ellas».

La paleontóloga señala que solo uno de los ejemplares estudiados en la investigación -que vivió en tiempos muy recientes- mostraba señales de haber sido depositado deliberadamente en la cueva donde fue encontrado. «En esa res vimos indicios de que había pasado por un tratamiento veterinario y suponemos que los dueños la arrojaron a la cavidad después de que muriese, pero en la mayoría de los casos se trató sin duda de caídas accidentales en las que las cuevas funcionaron como trampas naturales, como pasa con muchos otros animales», explica.