Una investigación revela que no todas las uvas responden igual a los bajos rendimientos
22 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.A menor cantidad de uva en la viña, mayor calidad en el vino que sale de la bodega Tradicionalmente, siempre se ha creído así. Y la viticultura moderna lo asume cuando recomienda el aclareo de racimos, la denominada poda en verde. Algunas investigaciones a pie de viña, sin embargo, suscitan dudas sobre la infalibilidad de esa máxima. Su validez, según parece, depende entre otros factores del tipo de variedad. Lo que es bueno para la mencía, por ejemplo, no lo es tanto para el albariño.
Adegas Moure fue una de las bodegas pioneras en la puesta en valor del albariño en Galicia, cuando se daban los primeros pasos para una denominación de origen para toda la comunidad autónoma que iba a llevar el nombre de la variedad. No era una opción legalmente viable y el pedigrí de la uva se lo quedó finalmente Rías Baixas. Los Moure, pese a ello, elaboran desde entonces albariño en sus viñedos de A Cova. Y lo han incluido en las investigaciones que llevaron a cabo en los últimos tres años en colaboración con la Misión Biológica de Galicia.
Una de las pruebas en sus viñedos se centró en los efectos de la aplicación de distintas densidades productivas sobre la calidad de la uva. Todavía no hay conclusiones definitivas, pero del estudio parece desprenderse que una poda corta no siempre es sinónimo de un vino mejor. «Cada variedad responde de una manera diferente. El albariño, por ejemplo, da más calidad con una poda intermedia que con pocas yemas por cepa. En la mencía se notan algo más las ventajas de la reducción de rendimientos», explica Evaristo Rodríguez, copropietario de la bodega.
En el estudio se abordaron otros aspectos, como el control de los diferentes tipos de hongos que atacan a la vid. La bodega quiere poner en marcha una página web propia a la que se incorporen los datos de los sensores instalados en las viñas, con el fin de aplicar los tratamientos fitosanitarios única y exclusivamente cuando hay riesgo real de infección.
«Es un tema complejo, porque con los hongos de la vid pasa lo mismo que con las variedades de uva. No hay un solo tipo de oídio o de mildiu, sino distintas familias que se diferencian por la virulencia de los ataques. Por eso hay que afinar mucho en las alertas», señala el bodeguero.
Altitud y cambio climático
La investigación valoró, por otra parte, el comportamiento de la mencía en diferentes altitudes, con el fin de afrontar nuevos contextos derivados del cambio climático. Una mayor altitud tendería a corregir de forma natural las carencias de acidez habituales en esa uva tinta. El problema, según indican en la bodega, es que las últimas vendimias fueron muy cambiantes. «Ninguna de las tres últimas cosechas tuvo nada que ver con la anterior» dice Evaristo Rodríguez.
Adegas Moure colabora con la Misión Biológica en un proyecto pionero