Cómo devolver la laguna glaciar de Lucenza a su tamaño original

Francisco Albo
francisco albo QUIROGA / LA VOZ

LEMOS

El geólogo Vidal Romaní cree que sería fácil restaurar este espacio natural

22 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La laguna de Lucenza, uno de los rastros más visibles de los antiguos glaciares de la sierra de O Courel, contiene en la actualidad un volumen de agua bastante menor del que tuvo hasta mediados del siglo pasado, época en la que se abrió un canal de drenaje que la vació en parte. Pero, en opinión del geólogo Juan Ramón Vidal Romaní, esta situación podría revertirse sellando el referido canal, con lo que la laguna podría recobrar en poco tiempo sus dimensiones originales.

Vidal considera que la intervención no resultaría difícil en el aspecto técnico, ya que el canal de drenaje es un sencillo desagüe cavado en la tierra con métodos artesanales por algunos vecinos que pretendían desecar la laguna para evitar que hubiese accidentes con el ganado que llevaban a pacer en la zona. Para cegar el canal -añade- se requerirían solo algunas horas de trabajo.

El geólogo señala que una vez realizada esta operación, el nivel de la laguna iría subiendo paulatinamente hasta recuperar su antigua cota -unos metros por encima de la actual- y ya no se secaría en verano, como ocurre en la actualidad. «Más o menos en un año podría llenarse del todo y volvería a quedar como estaba antes», señala. Al aumentar la masa de agua, el terreno sedimentario en el que asienta la laguna se empaparía aún más de lo que está y en algunos lugares podría volverse demasiado inestable como para caminar por él. «Pero eso se puede arreglar colocando unas vallas y unos letreros señalando por dónde no se puede pasar», dice el investigador.

Obstáculo administrativo

El mayor obstáculo para una intervención de este carácter, a juicio de Juan Ramón Vidal, sería de tipo administrativo, ya que requeriría el permiso de las autoridades medioambientales y los trámites -sobre todo teniendo en cuenta que la sierra se encuentra dentro de la Red Natura- podrían resultar largos y complicados. Para obtener la autorización sería preciso probar de forma indiscutible que el cierre del canal no supondría alterar la laguna sino que contribuiría a enriquecer el patrimonio natural de la zona.

Un valioso archivo de pólenes fósiles que ayuda a reconstruir la historia de la flora del noroeste

Fuera del ámbito científico es muy poco conocido el hecho de que la laguna de Lucenza alberga un importante depósito de pólenes fósiles que ha proporcionado a los investigadores una amplia serie de datos que ayudan a reconstruir la historia de la evolución de la vegetación en la sierra de O Courel y el resto del noroeste peninsular desde el Pleistoceno hasta la actualidad. El primer estudio palinológico de la laguna fue realizado en 1986 por María Jesús Aira Rodríguez. En el 2000 apareció otro trabajo sobre estos depósitos polínicos firmado por Luisa Santos Fidalgo y otros investigadores. Poco después, en el 2001, se publicó un nuevo estudio dirigido por Castor Muñoz Sobrino.

La última de estas investigaciones fue la que consiguió una datación más antigua, que los análisis realizados con el método del carbono-14 cifraron en torno a 20.500 años. De acuerdo con estos estudios, hace en torno a 10.900 años -a comienzos del Holoceno, la actual era geológica- empezaron a acumularse los sedimentos orgánicos en el fondo de la laguna. Con anterioridad, en la era glacial, el lecho del depósito de agua estaba formado únicamente por limos de naturaleza inorgánica. El análisis de los pólenes indica que a finales de la etapa pleniglacial la flora predominante en la sierra estaba formada por gramíneas y por plantas herbáceas y arbustivas.

Bosques aún escasos

Las manchas boscosas eran escasas y estaban formadas sobre todo por pinos silvestres y algunas especies de los género Quercus -robles y encinas- y Betula o abedules. Más adelante, en la época de la desglaciación, se detecta una abundante presencia de vegetación herbácea -sobre todo del género Artemisia- propia de zonas frías y secas, junto con árboles de los géneros Quercus, Betula, Corylus (avellanos) y Juniperus (enebros), que ocuparían los fondos de valle. Al final de este período se dio un avance de los bosques, que seguirían colonizando los espacios abiertos después de la glaciación. En los últimos 4.000 años, con la expansión del pastoreo, se registra una fuerte disminución de los árboles -que bajan del 85% al 15% del total de la especies vegetales- y un espectacular avance de las gramíneas y los brezales.

Un paraje caracterizado por una gran riqueza vegetal y faunística

Pese a su limitado tamaño -unos noventa por setenta metros cuando está totalmente llena-, la laguna de Lucenza y su entorno inmediato albergan una notable biodiversidad. En ella crecen diversas plantas acuáticas propias de las zonas lacustres y viven diferentes tipos de anfibios, principalmente el tritón ibérico.

En los alrededores de la laguna, por otra parte, se desarrolla una variada vegetación entre la que destaca la presencia de la genciana -llamada xanzá en la sierra-, una planta medicinal que crece por encima de los 1.300 metros de altura. La variedad propia de la zona se caracteriza por tener flores de color entre rojizo y anarajado, que la diferencia de las gencianas del área cantábrica, de color amarillo.

Lobos y águilas

Guillermo Díaz Aira, coordinador del albergue de Quiroga y biólogo de formación, señala por otro lado que en esta zona se detecta la presencia de una importante población de lobos. En tiempos recientes, asimismo, se han podido avistar algunas águilas reales, que con toda probabilidad proceden de la vecina sierra de Os Ancares.