Líderes en la encrucijada

LEMOS

La delegación única de la Xunta diseña un nuevo panorama en el juego político y abre interrogantes en el seno del PP

26 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Galicia tiene nuevo Gobierno y hay en la carretera Lugo-Santiago unos lucenses que van, eufóricos, a estrenar silla y responsabilidad, y otros que vuelven por donde antes fueron, acogidos al recuerdo feliz de los días que creyeron abundantes y resultaron escasos. Mientras de las filas del PP que preside José Manuel Barreiro salen las primeras remesas de gestores camino de sus nuevas oficinas, en las de la izquierda hay aún como un gesto de sorpresa prolongado, un rictus que no acaba de borrarse, la molesta sensación de lo que pudo ser y no fue. Para los tres grandes partidos en la provincia, nada es lo que era antes de las pasadas elecciones autonómicas. Para sus líderes tampoco. En el caso del popular Barreiro y de los socialistas Gómez Besteiro y López Orozco se abre, por motivos distintos, un tiempo de encrucijada. Días intensos en una Galicia que estrena Gobierno bajo el vendaval de la crisis económica y el paro incesante.

Barreiro va camino de superar el examen de la representación de Lugo en el Gobierno de Galicia. En el propio PP había quien miraba hacia el presidente provincial a la espera de las decisiones de Feijoo : ahora que hay un conselleiro de Lugo y ya están confirmados otros altos cargos salidos de la provincia, Barreiro puede, por el momento, respirar tranquilo. Incluso se permitió un puyazo al socialista López Orozco y a su aparente olvido de que el nuevo conselleiro de Medio Rural, Juárez , fue uno de sus alumnos. Ahora falta el nombramiento de Raquel Arias como delegada provincial. La ex alcaldesa de Sober fue una elección directa de Núñez Feijoo para encabezar la lista del PP de Lugo para los pasados comicios autonómicos. La delegación provincial única es un cargo que se va a medir directamente con la presidencia de la Diputación; también con la alcaldía de Lugo, pero más aún con el titular de la Diputación. Manejada con habilidad, la delegación única es un puesto cargado de futuro. Y más si está en manos, como todo indica que estará, de alguien a quien Núñez Feijoo puso en su momento al frente de la lista de Lugo contra las preferencias del propio presidente provincial del partido. En el campo popular se anuncian meses interesantes, en los que Barreiro tendrá que superar también la asignatura pendiente de la constitución de la junta local del partido.

Con la Xunta gobernada por el PP, la Diputación se convierte en la esperanza de la izquierda para resistir en los pequeños ayuntamientos de la provincia en los que logró instalarse. Para su presidente, el socialista José Ramón Gómez Besteiro, se acaba un tiempo plácido en el que le resultaba fácil moverse a la sombra de la gestión de la Xunta bipartita. Desde el primero de marzo ya nada es lo que era en la política lucense. Besteiro, comunicador nato, tendrá que aplicarse a fondo mientras cuida con esmero su posición en el juego de fuerzas del propio PSdeG para extenderla al ámbito provincial.

Los próximos meses también pueden ser decisivos para el alcalde de Lugo. José López Orozco no acaba de dar el paso de remodelar su gobierno y deja que cunda una innecesaria imagen de desgaste. El gobierno de Orozco se apoya prácticamente en los concejales Lino González , Sonia Méndez , Concepción Burgo y en la delegada de Urbanismo, María Novo . Poco se sabe del trabajo de otros como José Piñeiro , Carmen Basadre , Rosana Rielo y Dolores Vieiro . José Rábade resiste como puede a lomos del conflicto en la Policía Local, un cuerpo que tiene uno de los dos directores generales que hay en el Ayuntamiento. En las próximas semanas se desvelará también si aumentará el número de cargos de confianza en el Concello de Lugo, con la incorporación al área de Cultura de alguien que ya tuvo responsabilidades de gestión en el consistorio.

En medio del vendaval del paro, la política lucense se agita entre congresos, relevos en cargos institucionales y diseño de estrategias para los próximos meses. Santiago Carrillo dijo en alguna ocasión que en política el arrepentimiento no existe. «Uno se equivoca o acierta, pero no cabe el arrepentimiento». Sirve como consejo a quienes en estos días de crisis y desempleo creciente deben trazar el rumbo en las filas de los populares y socialistas lucenses. La toma de decisiones tiene unos tiempos; fuera de ellos, decidir es equivocarse. Barreiro y Orozco, cada uno por motivos diferentes, harán bien en acogerse al aviso: «En política no cabe el arrepentimiento».