Las fiestas de San Xoán comenzaron con un pregón cargado de valores

Carlos Vázquez

LEMOS

21 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Las tradicionales y muy concurridas fiestas de San Xoán iniciaron su recorrido con el tradicional pregón protagonizado este año por el doctor Manuel de las Heras Briones, quien desde el Concello y ante un buen número de vecinos donde no faltaron algunos peregrinos, optó por hacer un alegato en favor de los valores tradicionales.

«El ambiente festivo es un buen momento para comunicarse y volver a los valores que se han perdido», explicó De las Heras, en referencia a la buena educación, la solidaridad y las buenas costumbres.

El discurso de este lugués afincado en Sarria desde hace casi tres décadas, fue breve aunque dirigido a todos los sectores de la población sarriana.

Seguramente influido por sus conocimientos en antropología, el pregonero de 2008 no omitió referirse a todos aquellos aspectos sociales que le rodean y preocupan. Entre los que más, el cuidado de los hijos: «Hai que empezar a educarlos en casa, porque lo que aprenden fuera debe ser algo complementario, pero son los propios padres quienes deberían educarlos».

En el mismo tono, lanzó una llamada para que la sociedad se preocupe y ocupe del cuidado de los ancianos, ya que, señaló, son personas que necesitan del cariño de sus familias y la atención que se merecen.

Sus consideraciones, recalcó, no están reñidas con las fiestas, sino muy al contario, deberían facilitar aún más el acercamiento entre las familias, los vecinos y aquellos que en estos días decidan visitar la villa. Pese al momento actual, Manuel de las Heras se mostró optimista: «Tengo fe y esperanza en que las cosas mejoren».

Por otra parte, tras el pregón se nombró a Pedro López (Pedro de Dios), I Queimador Maior 2008, se lanzó el chupinazo y actuaron la banda y la coral Polifónica de Sarria y la agrupación Peleriños.

Actuaciones

Posteriormente, en la zona de O Chanto, tuvieron lugar dos de los conciertos más esperados: la actuación del dúo Pereza e Iván Ferreiro, aunque la nota final corrió a cargo de la orquesta Abanico.