Cómo dejar de morderte las uñas: «Es un problema de ansiedad asociada a una conducta impulsiva»

Laura Inés Miyara
LAURA MIYARA LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

Comerse o morderse las uñas puede ser un síntoma de ansiedad.
Comerse o morderse las uñas puede ser un síntoma de ansiedad. La Voz de la Salud | iStock

Desde los trucos y productos de farmacia hasta técnicas de regulación emocional, estas son las estrategias con las que vas a eliminar ese mal hábito

13 feb 2023 . Actualizado a las 11:51 h.

Empieza un nuevo año y con él recibimos una nueva oportunidad para mejorar nuestros hábitos, algo que nunca es demasiado tarde para hacer. Ni siquiera cuando se trata de costumbres que hemos adquirido desde muy jóvenes o en la infancia, como puede ser el comerse o morderse las uñas. Esta conducta, conocida en el mundo médico como onicofagia, no solamente es perjudicial desde un punto de vista estético: puede traer consecuencias negativas en distintos niveles de la salud.

Para empezar, la afectación en las manos puede ser más profunda de lo que podemos apreciar en apariencia, ya que al morder las uñas pueden aparecer lesiones, sangrados, e infecciones. Además, la forma de los dedos puede verse alterada. Pero el problema no termina en las manos: la dentadura también se resiente por la fuerza que, sin darse cuenta, una persona puede hacer al morderse las uñas. «Morderse las uñas no es solo un problema estético, sino que acarrea problemas dentales como caries, gingivitis, dientes torcidos, pero incluso problemas estomacales o infecciones en los dedos», señala en este sentido la farmacéutica Miriam Pérez Diz.

En definitiva, se trata de un hábito que, si se tiene, se debería corregir. Sin embargo, muchas personas se encuentran con dificultades y frustración al intentarlo. Quizás, porque la costumbre de comerse las uñas se suele adquirir durante la infancia. «Muchas veces es una conducta que empieza en la infancia y suelen ser personas más nerviosas, con una personalidad más inquieta, tanto hombres como mujeres, es poco habitual que una persona más mayor empiece a morderse las uñas», observa en este sentido la psicóloga Sandra Cudeiro Domínguez, del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia.

Por qué nos mordemos las uñas

La relación de este hábito con la ansiedad es clara. «La onicofagia es un problema de ansiedad asociada a una conducta impulsiva. Las personas se comen las uñas, como forma de calmar la ansiedad, pero también es un medio para canalizar la frustración y la rabia. Se suele asociar esta conducta a personas con tendencia perfeccionista», explica el psicólogo Andrés Quinteros, director del centro Psicólogos Madrid (Cepsim). De hecho, muchas personas que empezaron a morderse las uñas de pequeñas han podido controlar y eliminar el hábito durante algún período de su vida, pero puede que este vuelva a manifestarse, sobre todo en épocas de más estrés.

La timidez y los pensamientos obsesivos son también rasgos que pueden relacionarse con esta conducta: la necesidad de liberar tensión en estos casos puede conducir a este tipo de hábitos que, inconscientemente, buscan ese efecto de liberación. En este sentido, comerse las uñas puede ser una señal de que la persona en cuestión tiene una baja autoestima.

Sin embargo, en otros casos el hábito es simplemente eso, un hábito. «Hay gente que se muerde las uñas porque lo hacen desde pequeñis, por cualquier tipo de estresor, y eso se ha ido quedando y se ha convertido en una conducta muy automática. Al ser una conducta automática, muchas veces es difícil dejar de hacerlo», apunta Cudeiro.

Los problemas que trae morderse las uñas

  • Lesiones en la piel. Muchas personas tienen el hábito tan inconscientemente instaurado, que no caen en la cuenta de que se están mordiendo las uñas hasta que sienten dolor físico. En muchas ocasiones este hábito ocasiona lesiones ungueales, mal crecimiento de las uñas, y un deterioro tanto de estas como de los dedos por las repetitivas lesiones en la piel.
  • Infecciones. Las manos son una vía de contacto con el exterior, y llevarlas a la boca reiteradamente puede facilitar el ingreso de diversos agentes infecciosos que se pueden introducir por la boca y provocar infecciones estomacales.
  • Problemas dentales. Gingivitis, caries, dientes astillados o incluso torcidos.
  • Dificultades en las relaciones sociales. Esto puede ocurrir tanto por la conducta en sí, que puede ocasionar rechazo por parte de los demás, como por la vergüenza que puede llegar a sentir la persona por morderse las uñas. La dimensión social del problema puede alcanzar incluso a la esfera laboral, haciendo que la persona se muestre con menos confianza en sí misma durante una entrevista de trabajo o pueda causar una mala impresión debido a este hábito.

Cómo dejar de morderse las uñas

Cuando se trata de cambiar un hábito que tenemos incorporado de forma inconsciente, el primer paso siempre va a ser la toma de consciencia. Para empezar a percibir en qué momentos estamos mordiendo las uñas, pueden ser útiles los productos de farmacia que están diseñados con este fin: los esmaltes amargos y transparentes son muy populares.

«A veces, cuando lo que queremos es simplemente cambiar ese hábito, a base de ser conscientes y de hacer cosas alternativas sí que se consigue. Cuando son casos leves, en los que no se detecta ansiedad y lo que queda es el hábito o la costumbre automática, se puede reemplazar por algunas otras conductas. Esto requiere que la persona haga un ejercicio consciente de darse cuenta de que se está mordiendo las uñas y así puede parar o cambiar: en vez de morderme las uñas, me meto un chicle en la boca o bebo un poquito de agua», recomienda Cudeiro.

En estos casos, algunos productos pueden ayudar. «Hay gente que se las muerde simplemente porque están blanditas, en este caso usaríamos un endurecedor fortalecedor de uñas frágiles y quebradizas, uno que funciona es el SI-NAILS de ISDIN, una fórmula con ácido hialurónico catiónico, aceite de lentisco y silicio orgánico. Esto favorece el crecimiento de las uñas, aumenta su resistencia y previene su rotura y tiene un acabado invisible», propone Pérez.

«Existen productos con sabor amargo y además enriquecidos con vitaminas, calcio y demás. Los más conocidos y los que más se venden son No BITE de Mia Cosmetics, que proporciona un sabor amargo inocuo, (lleva extracto de ajo y Denatonium Benzoate) y sin olor. E[ntre niños, los más usados son el típico Mordex de toda la vida con mal sabor, lo pueden usar niños a partir de 3 años. También está el Raylex, un formato rotulador que favorece el fortalecimiento de las uñas gracias a la biotina», apunta Pérez.

Consejos para cortar con las uñas mordidas:

  • Identifica los estresores, aquellos momentos en los que sueles morderte las uñas
  • Envuelve las puntas de tus dedos con tiritas para obstaculizar la mordida
  • Aplica esmalte de uñas amargo
  • Hazte una manicura profesional
  • Cuando sientas el impulso de morderte las uñas, mastica un chicle sin azúcar o aprieta una pelota antiestrés
  • Haz ejercicios de respiración para controlar la ansiedad en los momentos de crisis
  • Practica actividad física con regularidad para regular el estrés en tu día a día
  • Si abandonar el hábito por completo de una vez te cuesta, prueba a hacerlo de forma progresiva, dejando de morder la uña de un dedo cada vez

Pero, si la causa es una ansiedad no resuelta, tendremos que ocuparnos también de ella para dejar atrás este hábito. «En los casos en los que hay detrás un trastorno de ansiedad, con esas medidas de tipo conductual, probablemente poquito vayamos a conseguir porque hay que trabajar otras cosas. Muchas veces, el morderse las uñas es una forma inadecuada de responder a ella. Me muerdo las uñas porque tengo ansiedad, por el motivo que sea, y al hacerlo, me calma. Entonces, habría que trabajar esa parte de ansiedad para que la persona tuviera una estrategia más adecuada y alternativa a morderse las uñas para responder a esa ansiedad», explica la experta.

¿Cómo se trabaja sobre esto en terapia? Lo principal será aprender a gestionar las emociones. Esta es una habilidad crucial para la vida adulta, pero que empieza a construirse durante la infancia. «Hay varias cosas que se pueden hacer, y mientras antes se comience, mejor. Si es en la fase de la niñez, es importante ayudarles a resolver los problemas emocionales de una manera sana. La persona debe aprender a identificar sus emociones y a gestionarlas de manera adecuada: aprender técnicas para manejar la ansiedad, reducir la activación emocional con técnicas de relajación, trabajar los problemas de autoestima que puedan subyacer», aconseja Quinteros, y añade que «el entorno puede ayudar brindando espacios de expresión emocional en el hogar, pero es importante en muchos casos recurrir a un profesional de la salud mental, que ayude a la persona a controlar esta conducta».

¿Cuánto tiempo podemos tardar en eliminar el hábito por completo? Aunque se suele decir que tardamos 21 días en adquirir un hábito, lo cierto es que «va a depender muchísimo de la persona: de cuánto tarde en tomar consciencia; una vez que haya tomado consciencia, cómo de meticuloso sea con aquello que elija hacer para eliminar ese hábito. Son varios factores», señala Cudeiro. También hay que tener en cuenta que, una vez que hayamos abandonado el hábito, podrá haber, a lo largo de la vida, recaídas. En los momentos de mayor estrés, tendremos que estar atentos a este tema y cuidar especialmente de nuestras uñas para evitar que los problemas emocionales se manifiesten en este tipo de conductas. 

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.