Educar las emociones

> Ana T. Jack anatjack@edu.xunta.es

LA VOZ DE LA ESCUELA

Oscar Vazquez

Las habilidades emocionales se aprenden, sobre todo, en casa

01 oct 2014 . Actualizado a las 11:32 h.

Que un estudiante saque buenas notas, tenga una gran facilidad para hablar inglés o consiga puntuaciones altas en los tests de inteligencia no es garantía suficiente de que vaya a tener éxito en su futuro profesional. Pero si a todo eso añade un sólido equilibrio personal, capacidad de introspección, habilidades sociales y facilidad de empatía con los demás, se multiplican las posibilidades de convertirse, el día de mañana, en una persona adulta satisfecha consigo misma y realizada a nivel profesional.

La inteligencia emocional, descrita por primera vez hace 20 años por Daniel Goleman, es ese conjunto de habilidades que sirven para expresar y controlar nuestros sentimientos en relación a los demás. De ella depende nuestra adaptación social y emocional, y por tanto el grado de satisfacción con nuestra vida. O, lo que es lo mismo, nuestra felicidad. Gracias a ella tomamos conciencia de nuestros sentimientos y los de los demás, tenemos confianza en nosotros mismos, toleramos presiones y frustraciones y adoptamos una actitud empática y social.

Goleman (y sus millones de seguidores) está tan convencido de que estas habilidades son fundamentales para el desarrollo y bienestar de las personas que defiende la necesidad de integrar la educación emocional como materia escolar en todos los sistemas educativos.

Mientras esperamos a que eso ocurra, sigue estando sobre todo en nuestras manos, como padres y madres, facilitar a nuestros hijos las claves para potenciar su fortaleza emocional.

Está demostrado que los niños y niñas que han cultivado bien las emociones son más sociables, felices e incluso mejores estudiantes. Por el contrario, en ambientes familiares donde no se ha tenido esto en cuenta, los menores son más infelices, intolerantes a la frustración y con tendencia a padecer diversos trastornos emocionales del tipo de inseguridades, fobias, depresión y ansiedad.

Son cuatro las claves que tener en cuenta para alentar un buen uso de las emociones en el entorno familiar:

1. Identificarlas. Ayudar a ponerles nombre a lo que se sienten: vergüenza, rabia, celos, decepción, temor, alegría...

2. Conocerlas. Los niños deben aprender que las emociones no aparecen porque sí, sin razón aparente, sino que están asociadas a situaciones concretas o aprendizajes previos. Por ejemplo, sientes temor a los perros porque un día uno te pegó un buen susto...

3. Expresarlas. Si compartimos nuestras emociones, sean las que sean, nos sentiremos mejor y encontraremos ayuda en los demás. Ayuda a tu hijo a expresarse: «Estoy enfadado porque...», «Me siento alegre cuando...», «Tengo miedo de...».

4. Controlarlas. No existen emociones buenas o malas. Pero hay que aprender a expresarlas de forma adecuada. Los niños deben aprender estrategias y habilidades que les permitan regular y controlar la expresión de sus emociones.

La próxima semana daremos algunas pistas para lograrlo.

Pon nombre a lo que sientes

MIEDO

n ¿EN QUÉ CONSISTE? Anticipación de una amenaza, peligro, real o imaginario, que produce ansiedad, incertidumbre e inseguridad.

n ¿CÓMO EXPLICÁRSELA A UN NIÑO? Lo sentimos cuando estamos en peligro. A veces es algo real, pero otras es solo nuestra imaginación.

n ¿QUÉ REACCIÓN PROVOCA? Huida de un potencial peligro, precaución y cautela en la forma de actuar.

ALEGRÍA

n ¿EN QUÉ CONSISTE? Sensación de bienestar y seguridad. Es una emoción muy ligada a la consecución de un deseo o de una ilusión cumplida.

n ¿CÓMO EXPLICÁRSELA A UN NIÑO? Ocurre cuando las cosas nos salen bien y nos sentimos contentos, felices.

n ¿QUÉ REACCIÓN PROVOCA? Tendencia a repetir el suceso o forma de actuar que provocó esa emoción positiva.

TRISTEZA

n ¿EN QUÉ CONSISTE? Pena, soledad, pesimismo y vacío interior. Es una emoción relacionada con la pérdida y la decepción.

n ¿CÓMO EXPLICÁRSELA A UN NIÑO? La sentimos cuando perdemos algo importante o nos llevamos un disgusto. A veces no tenemos motivos... pero nos entran ganas de llorar.

n ¿QUÉ REACCIÓN PROVOCA? Aislamiento, alejamiento de los demás, apatía. En ocasiones es el punto de partida para una nueva reintegración personal.

IRA

n ¿EN QUÉ CONSISTE? Rabia, enojo. Aparece cuando las cosas no salen como estaban previstas o ante la amenaza de una situación o persona (real o imaginaria).

n ¿CÓMO EXPLICÁRSELA A UN NIÑO? Es cuando nos enfadamos porque alguien no nos trata bien, porque no nos dejan hacer lo que queremos o porque las cosas no nos salen como queríamos.

n ¿QUÉ REACCIÓN PROVOCA? Es una emoción adaptativa cuando impulsa a hacer algo para resolver un problema o cambiar una situación difícil. Conlleva riesgo de inadaptación cuando se expresa de manera inadecuada.

SORPRESA

n ¿EN QUÉ CONSISTE? Sobresalto, asombro, desconcierto. Es una emoción inicial, transitoria, que ayuda a reconocer una situación inesperada, nueva.

n ¿CÓMO EXPLICÁRSELA A UN NIÑO? Es cuando sentimos un sobresalto, algo que no nos esperamos. Es un sentimiento que dura muy poquito y nos ayuda a orientarnos.

n ¿QUÉ REACCIÓN PROVOCA? Es una emoción que ayuda a adaptarse a un nuevo contexto, a un cambio en las circunstancias.

AVERSIÓN

n ¿EN QUÉ CONSISTE? Disgusto o asco hacia algo o alguien.

n ¿CÓMO EXPLICÁRSELA A UN NIÑO? Es cuando le cogemos manía a algo (comidas, lugares, personas determinadas) sin saber muy bien por qué.

n ¿QUÉ REACCIÓN PROVOCA? Produce rechazo, alejamiento y reacciones hostiles.