Macron acepta la dimisión de Attal y espera el fracaso del Frente Popular

Asunción Serena PARÍS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

El ex primer ministro de Francia, Gabriel Attal, abandona el Palacio del Elíseo.
El ex primer ministro de Francia, Gabriel Attal, abandona el Palacio del Elíseo. YOAN VALAT | EFE

Los socialistas y La Francia Insumisa siguen con airadas discrepancias para escoger al nuevo primer ministro

18 jul 2024 . Actualizado a las 21:58 h.

Emmanuel Macron aceptó este martes la dimisión que le había presentado el primer ministro, Gabriel Attal, el pasado 8 de julio tras la derrota en las elecciones. Como todavía no hay otro que le releve en el puesto, Attal se queda gestionando los asuntos corrientes, con poderes limitados, salvo en el caso de que el país se encuentre en una situación urgente. El período podría prolongarse durante varias semanas.

En el comunicado emitido por el Elíseo con la decisión del presidente de la República se indica que para que esta etapa de interinidad se acabe lo más rápidamente posible «corresponde a las fuerzas republicanas trabajar juntas para construir una unión en torno a proyectos y acciones al servicio de los franceses».

Sin mencionar quienes entran en el círculo de «fuerzas republicanas», Macron sigue con su proyecto originario de crear «una mayoría clara», un gran bloque central que acoja a derechas e izquierdas moderadas. El presidente galo sigue con su apuesta de que el Nuevo Frente Popular (NFP) sea pronto un fracaso, porque como dijo tras conocer el pacto de las izquierdas: «Esas alianzas son apaños de los aparatos pero en ningún caso una mayoría para gobernar».

Y de momento, los componentes de NFP le están dando la razón. La batalla es cada vez más dura entre socialistas y la izquierda radical. No solo no se ponen de acuerdo sobre quién debe ser su primer ministro, sino que comienzan a insultarse. Sophia Chikirou, una de las diputadas insumisas más influyentes, tras conocer que los socialistas proponen como jefe de gobierno a Laurence Tubiana, economista y especialista en medio ambiente, ha criticado su proximidad con François Hollande y dice que «el hollandismo es como las chinches: piensas que te has deshecho de ellos, y a las pocas semanas vuelven a picar y a salir por todas partes».