Otra década perdida de América Latina

José Antonio Ocampo

INTERNACIONAL

María Pedreda

La pandemia ha impactado con más fuerza en su economía que la crisis global

26 dic 2021 . Actualizado a las 10:18 h.

En cualquier otro año que no sea este, el crecimiento económico en América Latina daría motivos de orgullo a los Gobiernos de la región. La Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que el crecimiento del PIB en el 2021 estará en torno al 6 %, mientras que el Fondo Monetario Internacional pronostica un crecimiento del 6,3 %. Desafortunadamente, incluso la proyección más optimista es insuficiente para compensar la contracción que sufrió la región en el 2020, de -6,8 %.

América Latina será la región del mundo en desarrollo con el peor desempeño al salir de la pandemia. Debido al crecimiento muy débil en los cinco años anteriores al covid-19, la región experimentó una «media década perdida».

Ahora, con el colapso económico del 2020, la recuperación limitada del 2021 y un crecimiento moderado esperado para el 2022 (2,9 % según la CEPAL), está claro que la región se encuentra en medio de otra década perdida de desarrollo. Si el 2023 es similar al 2022, el crecimiento anual promedio para el período 2014-2023 sería de solo 0,7 % anual, peor que la tasa anual de 1,4 % de América Latina durante la década perdida de los años 1980.

La recuperación económica de la crisis del covid-19 también ha sido muy desigual. Cuando se consideran en conjunto los años 2020 y 2021, Chile y Colombia son los dos países más grandes con el mejor desempeño; se espera que ambos superen sus niveles de actividad económica previos a la pandemia. Brasil y Perú también pueden hacerlo, pero el PIB de Brasil se contrajo en el segundo y tercer trimestres. Argentina y México tendrán un nivel de actividad económica inferior al del 2019, y el colapso económico en Venezuela ha continuado. Entre las economías más pequeñas, solo República Dominicana, Guatemala y Paraguay mostrarán una mayor actividad económica en el 2021 que en el 2019.

Los efectos sociales en la región han sido devastadores. La CEPAL y la Organización Internacional del Trabajo estiman que en el 2020 se perdieron 25 millones de puestos de trabajo en América Latina. Al segundo trimestre de este año se habían recuperado solo 17 millones, por lo que el empleo todavía se encuentra alrededor de un 3 % por debajo del nivel anterior a la crisis. No hay estimaciones de la tasa de pobreza para el 2021, pero, según la CEPAL, en el 2020 llegó al 33,7 %, por lo que la región ha perdido más de una década en términos de reducción de la pobreza.

Los efectos internos de la pandemia han sido mucho más significativos que los choques económicos internacionales que ha experimentado América Latina. De hecho, a pesar de los problemas con el transporte marítimo y las cadenas globales de valor, el comercio internacional se ha recuperado mucho más rápido que después de la crisis de 2008-2009. Los precios de las materias primas también mostraron una fuerte recuperación desde mediados del año pasado. En general, se espera que las exportaciones latinoamericanas crezcan un 25 % en el 2021, gracias a un aumento del 8 % en los volúmenes y las tendencias positivas en los precios de exportación. La principal excepción es el turismo, que ha experimentado una recuperación muy incompleta.

Los flujos de capital han sido abundantes para los países que tienen acceso a los mercados financieros. Durante los primeros nueve meses del 2021, las emisiones de bonos latinoamericanos en el mercado internacional de capitales alcanzaron los 124.000 millones de dólares, un 5,6 % más que en el mismo período del 2020, cuando las emisiones también mostraron una tendencia positiva. El costo de dicha financiación ha sido muy bajo para los patrones históricos. Y, en contra de la expectativa de que la pandemia reduciría las remesas de los migrantes, estas aumentaron tanto en el 2020 como en el 2021, particularmente de los migrantes en Estados Unidos.

Pero la desaceleración de la mayoría de las principales economías y el aumento de la inflación en todo el mundo indican que las condiciones globales pueden ser menos positivas en los próximos meses. La Reserva Federal de Estados Unidos ha señalado que subirá las tasas de interés en el 2022 y el Banco Central Europeo también endurecerá su política monetaria. China, un mercado importante para América Latina, enfrenta dificultades causadas por los problemas de deuda de su sector de la construcción y algunas grandes empresas. Y los precios de las materias primas, incluido el petróleo, parecen haber alcanzado su punto máximo, aunque siguen siendo altos.

Además, el espacio fiscal de los Gobiernos latinoamericanos seguirá estando limitado por los altos niveles de la deuda. Y los bancos centrales de la región están aumentando las tasas de interés desde sus mínimos históricos para responder a los aumentos de la inflación.

Reducir la desigualdad e implantar la democracia plena

Dado el débil crecimiento económico esperado, los Gobiernos latinoamericanos deben evitar adoptar políticas macroeconómicas contraccionistas. Más importante aún, deberían centrarse en reformas estructurales. Tomar medidas para reducir la desigualdad a través del gasto social y sistemas tributarios más equitativos. Los Gobiernos también deberían fomentar políticas activas de desarrollo productivo y exportaciones con mayor contenido tecnológico y la adopción plena de la agenda ambiental mundial. Y los responsables deberían emprender un impulso a la integración regional, despolitizando los procesos y ampliando su acción hacia áreas como salud y productos farmacéuticos.

Por último, la región debe demostrar su dedicación a la democracia. La crisis de la deuda de la década de los ochenta debilitó a los regímenes autoritarios y facilitó la democratización. Pero ese compromiso está hoy en duda. Desafortunadamente, como lo destacó el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA), esta es una tendencia mundial. Es esencial que los países latinoamericanos demuestren en las urnas que la democracia sigue siendo un pilar de su estrategia de desarrollo.

Paradójicamente, la mejor manera de superar la actual década perdida puede ser centrarse en cuestiones que van más allá del crecimiento económico. En el fortalecimiento de la democracia, la reducción de la pobreza y la desigualdad y la protección del medio ambiente tiene más probabilidades de mejorar las posibilidades de la región para lograr un crecimiento incluyente y sostenible.

JOSÉ ANTONIO OCAMPO es profesor de la Universidad de Columbia, y presidente del Comité de Políticas de Desarrollo de las Naciones Unidas.