Emilia roja, corazón negro

Miguel Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

FLAVIO LO SCALZO | Reuters

25 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Se La Emilia è rossa ma ha il cuore nero [Emilia-Romaña es roja, pero tiene el corazón negro]», dicen los italianos. Se refieren a que esta región, feudo de la izquierda durante décadas y hasta hoy, fue también el punto de partida del fascismo mussoliniano -el propio Duce era romañolo-. Aunque la Liga de Matteo Salvini no tiene raíces fascistas -otra cosa sería su probable aliado, Hermanos de Italia (FdI)-, la derecha tiene opciones para hacer valer ese dicho mañana en unas elecciones regionales cruciales. Las encuestas son tan ajustadas que no permiten hacer pronósticos, pero simplemente el hecho de que estemos considerando esta posibilidad indica que algo muy profundo ha cambiado en la política italiana.

En realidad, el cambio se inició hace mucho, y puede considerarse que la preponderancia de la izquierda en Emilia-Romaña ha sido más bien una inercia de cuando la política italiana consistía en una imagen a escala de la Guerra Fría. Entonces, la distancia ideológica entre el Partido Comunista Italiano (PCI) y las formaciones del pentapartito propiciaba estos bastiones inexpugnables de izquierda y derecha. Pero ese sistema se derrumbó en la crisis política de finales del siglo pasado, que hizo desaparecer al PCI y dio origen a un nuevo contexto en el que se hicieron posibles las alianzas entre la derecha y la izquierda. De hecho, y aunque se piense siempre en el Partido Democrático (PD), el principal partido de la izquierda, como heredero del PCI, también lo es de la Democracia Cristiana. De modo que no es exactamente la izquierda la que ha seguido gobernando en Emilia-Romaña hasta hoy, sino el sistema político de la antigua Italia, bajo el que esta región prosperó enormemente y se convirtió en la de mayor calidad de vida de Italia.

El declive del consenso social de izquierda en Emilia-Romaña ha sido lento, pero constante. Ya en 1999 la derecha se hizo con la alcaldía de Boloña la rossa, mientras arreciaban los escándalos de corrupción en el sistema de cooperativas, que habían sido el buque insignia del PCI. Hace tan solo seis años el PD todavía obtenía un 44 % de los votos. Ahora se mueve en torno a un 19 % en las encuestas. En las elecciones generales del 2018, el primer partido ya fue el populista M5E. En las europeas del 2019 la primera fuerza fue la Liga de Salvini.

¿Cómo ha podido producirse este cambio tan brusco? En parte ha sido el fin tardío de esa inercia del viejo sistema; en parte, los cambios en la economía de la región, todavía próspera, pero con empleos cada vez más precarios. Sobre todo, es clave la irrupción del M5E, que con su discurso antipolítica arrebató en su momento una bolsa importante de votos a la izquierda y que ahora, después de despolitizarlos, se los pasa a la derecha populista de Salvini. Este, a su vez, empieza a perderlos hacia la extrema derecha de Hermanos de Italia, que ya está en el 11 %. La sensación es que, pase lo que pase el domingo en la «Emilia rossa, cuore nero», esa misma tendencia parece inexorable para el conjunto de Italia.