La transición política en Argelia se asoma la abismo

j. martí / n. ouabou ARGEL / EFE

INTERNACIONAL

El general Ahmed Gaïd Salah recibió el pasado jueves  la más alta distinción dentro del escalafón castrense
El general Ahmed Gaïd Salah recibió el pasado jueves la más alta distinción dentro del escalafón castrense MOHAMED MESSARA | Efe

Incertidumbre por la repentina muerte del hombre fuerte del país que forzó la renuncia del presidente Buteflika

24 dic 2019 . Actualizado a las 08:22 h.

Diez meses después del inicio de la protesta popular contra la reelección del enfermo presidente Abdelaziz Buteflika y seis de su renuncia, la transición en Argelia, se asoma a un nuevo abismo con la inesperada muerte del general Ahmed Gaïd Salah, hombre fuerte del país desde que él mismo forzara la dimisión del mandatario.

Víctima de un infarto, el general falleció a los 79 años en el hospital militar de Ain Naadja y fue reemplazado por el general Said Chengriha, hasta la fecha comandante jefe del Ejército de Tierra. La última vez que se le vio en público a Gaïd Salah, un militar discreto que llevaba al frente de las Fuerzas Armadas desde el 2004, año en el que fue designado por el propio Buteflika, fue el pasado jueves durante la ceremonia de investidura del nuevo presidente del país, Abdelmejid Tebboun.

Nacido en Ain Yagout, en la provincia de Batna, lugar de procedencia de un importante puñado de líderes argelinos, Gaïd Salah no solo manejaba el Ejército, verdadero poder fáctico en un Estado esencial para la estabilidad económica y la seguridad en el Mediterráneo occidental. Desde abril del 2019, fecha en la que comenzó el descabezamiento del llamado clan Buteflika, era también el director de los influyentes servicios secretos argelinos, el otro pilar de un régimen controlado por las distintas y diversas fuerzas de Seguridad desde la independencia de Francia en 1962.

Asido a su experiencia y a ese poder recién adquirido, Gaïd Salah ha marcado en los últimos meses el paso político del régimen, sumido en un ejercicio de funambulismo con el que pretende saciar las ansias de cambio de la población sin que nada realmente cambie. Primero, al pedir la inhabilitación del hombre con el que trabajó codo con codo durante más de una década y al que sustituyó al frente del Ministerio de Defensa en el 2013, año en el que Buteflika sufrió un grave ictus que mermó su capacidad de gobernar. Y después, sosteniendo el ritmo de la transición política junto al presidente del Senado y jefe de Estado interino, Abdelkader Bensalah, otro hombre de la vieja guardia del Frente de Liberación Nacional (FNL), el partido que gobierna en Argelia desde la salida de las tropas francesas.

El 12 de diciembre, Tebboun, un hombre del aparato, próximo al propio Gaïd Salah, fue elegido con un 54 % de los votos en la consulta con la menor participación en la historia del país, ante el boicot de la oposición

El controvertido general también lanzo la campaña de «manos limpias» que desde entonces ha servido para purgar y encarcelar a decenas de militares de alto rango, políticos, empresarios y periodistas, todos ellos considerados afines al clan Bouteflika.

Igualmente han sido encarcelados sin que se conozcan los cargos exactos y a la espera de juicio varios instigadores del movimiento de protesta popular (Hirak), que nació el pasado 22 de febrero para pedir la renuncia de Bouteflika y que casi once meses después sigue en la calle para exigir ahora la caída del régimen militar.