El calculado adiós de la canciller

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

FABRIZIO BENSCH | Reuters

08 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Escuchando el mensaje de despedida de ayer de Angela Merkel a la asamblea de su partido, uno podría pensar, por el tono, que se trataba de un adiós definitivo e inmediato a la política. Nada más lejos de la realidad. Ese discurso emotivo (la canciller incluso tuvo que contener las lágrimas) puede que fuese sincero, pero también era una pieza oratoria que formaba parte de un plan brillante para que la CDU alemana continúe en la senda centrista que Merkel ha marcado, incluso cuando ella misma haya desaparecido de la escena. El plan debió concebirlo hace tiempo, después de que su controvertida decisión de admitir en el país a un millón de inmigrantes de golpe dañase irreparablemente su popularidad y diese alas a la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD). Primero, Merkel elevó a la secretaría general del partido a Annegret Kramp-Karrenbauer, un clon ideológico suyo, y luego, cuando esta estrecha colaboradora se encontraba ya firmemente instalada en este puesto clave, la canciller anunció que dejaba la dirección del partido, si bien no del Gobierno.

La apuesta no estaba exenta de riesgos. Otro candidato podría haber ganado la elección interna. De hecho, se presentó uno que podía haber arruinado la estrategia de Merkel por completo: Friedrich Merz, un viejo enemigo de la canciller que, después de que ella anunciase su marcha, tardó exactamente 29 minutos en hacer público que lucharía por ser su sustituto a la cabeza del partido. Si Merz hubiese ganado está claro que Merkel no habría podido permanecer en la Cancillería, como pretende, hasta el 2021; y la CDU habría puesto fin a su herencia política inmediatamente con un decidido giro a la derecha. Pero Merz, un millonario que contaba con una carrera exitosa en la empresa privada y el apoyo del mundo de los negocios, ha sido torpedeado en los medios de comunicación por su lejanía de las preocupaciones del alemán medio. Había un tercer candidato, Jens Spahn, un católico declaradamente homosexual pero más conservador incluso que Merz y todavía con menos posibilidades.

Al final, como se esperaba, Annegret Kramp-Karrenbauer ha sido la ganadora. Esto garantiza a Merkel, en principio, vía libre para seguir al frente del Gobierno sin sobresaltos ni cortapisas de su partido, sin tener que enfrentarse a rebeliones ni desafíos ni entretenerse en la gestión de la CDU. Ese será el trabajo de Kramp-Karrenbauer que, para cuando Merkel se retire de verdad en el 2021, estará lista para sucederle. De paso, con su calculado adiós, Merkel ha reforzado su popularidad y la de la CDU en general, un fenómeno que ya registran las encuestas. El autogolpe de Merkel, por tanto, ha tenido éxito. La cuestión que queda en el aire es: ¿acierta la canciller? ¿su centrismo terminará reivindicándose a la larga o seguirá alimentando a la extrema derecha? Eso es lo que tendremos que ver a partir de ahora.