El partido «tory» se revuelve

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

DANIEL LEAL-OLIVAS | afp

17 nov 2018 . Actualizado a las 14:38 h.

Para entender lo que pasa con el brexit en el Reino Unido hay que meterse a fondo en las corrientes que se mueven en el Partido Conservador. Fundamentalmente, hay ahora mismo dos operaciones en marcha para cambiar o destruir el acuerdo alcanzado por Theresa May con la UE.

Una es la de los euroescépticos radicales, dirigidos por Jason Rees-Mogg. Su base de poder es el European Research Group (ERG), un think-tank euroescéptico. Consideran que el acuerdo de May es algo peor que un mal acuerdo, es una traición. Creen que hay que echar a May del gobierno y domiciliar un nuevo líder en Downing Street. Para ello están animando a los diputados conservadores a que envíen cartas pidiendo una moción de censura interna contra May. Hacen falta 48 cartas para eso. Que les esté costando tanto (ayer no las tenían todavía) revela que han calculado mal su fuerza (hay 316 diputados) y augura que May podría sobrevivir a esa moción de censura. El gran punto débil de este grupo es que carecen de un líder creíble que oponer a May.

La segunda operación es la de los que podríamos llamar euroescépticos pragmáticos, radicales que se han vuelto cautos ante el peligro de una salida de la UE sin acuerdo o que al final no se salga de la UE. Este grupo está dirigido por ministros de May a los que no les gusta el acuerdo pero que no han dimitido «para luchar desde dentro». Sus figuras son Michael Gove, Liam Fox, Chris Grayling, Andrea Leadsom o Penny Mordaunt. Creen que echar a May es imposible o peligroso, así que se conforman con renegociar un punto concreto del acuerdo: la cláusula de terminación de la pertenencia de Gran Bretaña a la unión aduanera.

En el acuerdo tal como está, Londres no tiene la potestad de salir del sistema cuando quiera sino que la UE tiene que autorizarlo. Para los euroescépticos pragmáticos esto es una intolerable pérdida de soberanía. ¿Se puede cambiar eso a estas alturas? La UE se niega en redondo a una renegociación, pero también quiere que este acuerdo se apruebe. Si se trata solo de un punto, es posible que lo acepte, o eso creen los euroescépticos pragmáticos, que se reúnen este fin de semana para trazar su plan.

«Guardia de corps»

Frente a estas dos conspiraciones, Theresa May está forjando una nueva corriente oficialista, diputados y ministros que se pongan de su parte de manera incuestionable, ya sea porque creen que los intentos de derribarla o cambiar su plan van a fracasar y no quieren quemarse, o porque son leales al partido y no quieren que se haga pedazos. May está aprovechando la crisis de gobierno para apuntalar esta «guardia de corps» con figuras como Amber Rudd, a quien echó del gobierno en abril y que ahora vuelve a nombrar ministra como premio por haberla defendido públicamente; o Stephen Barclay, el nuevo ministro para el brexit, un gestor muy competente pero casi desconocido, muy amigo del jefe de gabinete de May, un hombre que no dimitirá ni aunque el mundo se acabe.

Como había prometido, May va a dar la batalla. En Bruselas, cruzan los dedos.