Pedrógão Grande, una comarca con heridas y mucho miedo un año después del gran incendio

Efe CARLOS GARCÍA | CASTANHEIRA DE PÊRA

INTERNACIONAL

Incendios en Portugal, en junio del 2017
Incendios en Portugal, en junio del 2017 MARCOS MÍGUEZ

«Continuamos de luto y tenemos miedo con el verano que se avecina», admite la vecina de una aldea donde vivían 11 de los 66 muertos por el fuego

16 jun 2018 . Actualizado a las 13:02 h.

Los vecinos de la comarca de Pedrógão Grande, devastada hace un año por un incendio que causó 66 muertos, relatan que aún hay heridas que cicatrizar y confiesan que sienten miedo de que se pueda repetir la tragedia.

«Continuamos de luto y tenemos miedo con el verano que se avecina», admite hoy Dina Duarte, vecina de Nodeirinho, una aldea de la comarca de Castanheira de Pêra, donde el incendio se cobró la vida de 11 de sus entonces 40 habitantes. Duarte, que asesora a las víctimas de los incendios, asegura que el pánico aún está en las gentes de estas aldeas y advierte que «no sabemos cómo vamos a reaccionar cuando veamos el fuego o el humo, es algo que nos preocupa inmensamente».

Del casi medio millar de casas arrasadas por las llamas, todas las viviendas de primera ocupación ya están reconstruidas, y del resto, algunas están en obras y otras pendientes de rehabilitar.

La de Ondulina Maria Fernandes, vecina de Pobrais, aldea de 35 habitantes, ya fue rehabilitada aunque ella recuerda que «todo lo que había dentro, que era más valioso que el edificio, lo perdí». «Mi marido y yo no huimos», explicó Ondulina, aunque allí, en Pobrais, aldea limítrofe con Nodeirinho, también murieron otras 11 personas. «Había momentos en que, con el humo, no se veía nada y, si no hubiera sido por un depósito de agua que teníamos detrás de la casa, no nos hubiéramos salvado», recuerda la vecina septuagenaria.

Las aldeas arrasadas por las llamas, la mayoría con población muy envejecida, recuerdan estos días a los que murieron, muchos de ellos por intentar huir y tomar el camino equivocado. «Los que optaron por huir con el coche, murieron», rememora Dina Duarte. Apoderados por el terror, la falta de agua y de luz, muchos salieron en dirección a la carretera EN-236, hacia Castanheira de Pêra, donde en el kilómetro 5 les esperaba lo peor, ya que se había formado una ratonera de coches atrapados por las llamas, que iban chocando unos con otros y en los que perdieron la vida 47 personas.

Entre las víctimas, nueve miembros de una familia que se había juntado ese día para cenar en la aldea de Varzeas, también próxima a Nodeirinho.

Fue una tragedia con nombres propios, como explica una de las víctimas, el bombero voluntario de Castanheira de Pêra Rui Rosinho. Salió del trabajo -es funcionario municipal- y acudió al parque de bomberos para ayudar; él y otros cuatro agentes montaron una dotación y cuando viajaban en el camión hacia el incendio, un coche que huía de las llamas embistió contra ellos, en un accidente en el que uno de los bomberos murió y los otros 4 resultaron gravemente heridos.

Rosinha, tras casi tres meses en coma inducido, salió del hospital el 14 de diciembre pasado y ahora sigue luchando por la vida con una incapacidad del 85 % y con las manos abrasadas por las llamas.

El incendio pilló a todos por sorpresa, como cuenta el octogenario de Nodeirinho Sebastián Gonçalves, que «estaba en el baño de casa cuando llegó el fuego y, en siete u ocho minutos, lo arrasó todo». Él se quedó sin nada, aunque ha podido regresar a su casa, rehabilitada con la ayuda de donaciones. «Ese día huí como pude con el coche y sólo me quedé con la ropa puesta hasta llegar a la fuente», explicó en alusión a la fuente de Nodeirinho, donde los vecinos ven ahora un halo de esperanza.

Tal era el caos, el calor y la sed, que todos los habitantes del lugar se tuvieron que meter dentro de la propia fuente el día del incendio para refrescarse del humo y del intenso calor. «Es una fuente con vida», asegura Dina Duarte, motivo por el que mañana, domingo, -coincidiendo con el primer aniversario de la tragedia-, el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, inaugurará un monumento de piedra junto a dicho manantial como símbolo de salvación. También, el prestigioso arquitecto Eduardo Souto de Moura está diseñando un monumento que se colocará en el kilómetro 5 de la carretera EN-236 en memoria de los que allí perdieron la vida.

Además de 66 muertos, cientos de heridos, 500 casas destruidas y 53.000 hectáreas de monte calcinadas, el incendio de Pedrógão Grande ha sembrado el terror en una zona y supervivientes que aún están lejos de recuperarse.