«No somos como Estados Unidos»

Alexandra F. Coego PARÍS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

CHRISTIAN HARTMANN | Reuters

Los partidarios de Macron comparten la esperanza de que puede cambiar las cosas en Francia

08 may 2017 . Actualizado a las 08:46 h.

En la plaza del palacio del Louvre reina la calma cuando faltan cuatro horas para el cierre de los colegios electorales. Nadie elige la antigua residencia de los reyes de Francia, en el corazón de París, para celebrar una noche electoral si no está muy seguro de que va a ganar, pero en la gigantesca carpa para la prensa hay inquietud por lo que pueda pasar. Lo simboliza un activista que juguetea nervioso con una bandera de Francia cuando ya es de dominio público que los medios belgas han filtrado la victoria de Emmanuel Macron.

Una hora antes de que el ministerio del Interior anuncie quién será el nuevo presidente de Francia, los simpatizantes del centrista comienzan a llenar la plaza precipitándose hacia el escenario que acogerá a su candidato. Hay muchos signos de optimismo en el aire, pero nadie se atreve a cantar victoria aún. «Tengo fe, pero también miedo de decir que no será Le Pen», reconoce Emma, estudiante de Ciencias Políticas, 22 años. Asegura estar muy nerviosa y expectante a menos de un cuarto de hora de que el resultado sea revelado. Sin embargo, ni siquiera la victoria de Macron la calma del todo. Marine Le Pen, es consciente, seguirá ahí. «Ha ganado más y más importancia a medida que han pasado los años» con sus valores de extrema derecha en los que ella no se siente reflejada.

En ese momento la marea macronista y las banderas francesas y europeas ya han llenado completamente la plaza. Cuando las pantallas gigantes anuncian por fin la victoria de Emmanuel Macron todas las gargantas se unen en un rugido de euforia que asciende al cielo de París. Los gritos de «Macron presidente» y la multiplicación de Marsellesas se suceden e interrumpen. Es un sentimiento de clímax colectivo, una celebración de éxtasis y júbilo coral que resume muy bien Jean Luc: «Es como Obama hace ocho años. Es la juventud, la oportunidad. Hay gente de todos los horizontes».

Juan Pablo tiene 62 años y celebra el resultado más discretamente, permitiéndose tan solo una sonrisa de satisfacción. «No soy muy de política. Es mi hija quién me ha traído aquí», confiesa el parisino de origen italiano. Léa, su hija de 21 años, agita entusiasmada una tricolor a su lado como una nueva Marianne. «Quería formar parte de este momento. Es alguien joven, un nuevo partido... puede que cambie las cosas», dice realmente esperanzada. El resultado los ha tranquilizado. «Estaba empezando a preguntarme por los valores de Francia», comenta Juan Pablo, que votó por Macron desde la primera vuelta. La derrota del Frente Nacional puso fin a sus dudas. «No somos como Estados Unidos», zanja su hija.

En la zona reservada para el equipo de En Marcha!, los voluntarios se felicitan entre abrazos y aplausos. Uno de ellos, visiblemente emocionado, admite a sus compañeros que debe tomarse «un momento para estar solo», antes de susurrar, incrédulo, «65 %». En ese momento suena la primera canción de la noche y el primer mensaje de Macron tras hacerse con el Elíseo: Englishman In New York de Sting, la canción que cuenta la historia de un forastero en Nueva York. La sensación dominante aquí es que el corazón de la vieja Europa tiene latido para rato.