La consumación de una opa hostil

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

INTERNACIONAL

25 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando, hace aproximadamente un año, Jeremy Corbyn se encaramó a la cúspide del Partido Laborista, la prensa lo trató casi como un chiste, un síntoma de la confusión en la que había caído la izquierda británica tras su traumática derrota en las elecciones generales. Corbyn parecía demasiado radical y un tanto estrafalario. Se pronosticaba su pronta caída en un «golpe» interno del aparato del partido. Este no tardó, precedido de una campaña de desgaste que incluía argumentos razonables, como el escaso atractivo electoral de Corbyn o su ambigüedad en el referendo de brexit, y también otros ataques más sucios, como el supuesto «antisemitismo» de sus seguidores (como casi siempre con esta acusación, se trataba más bien de críticas al Estado de Israel). Tras varios amagos fallidos, los críticos comprendieron que su única esperanza era abandonar ellos mismos de una vez el lastre de la herencia de Tony Blair y apostar por un candidato moderado del sector de centro-izquierda, Owen Smith. Pero esa epifanía ha llegado tarde. Corbyn ha arrasado, porque el partido laborista ya no es el mismo.

Los resultados de la elección interna son muy reveladores de esta rápida transformación del laborismo. El año pasado, el triunfo de Corbyn se basó sobre todo en los simpatizantes no afiliados, que podían votar pagando 3 libras. Entre los miembros con carnet, en cambio, Corbyn se había quedado en un 49 por ciento. Un año después, ha obtenido casi un 60 por ciento en ese grupo. Es decir: a lo largo de este año, al tiempo que muchos corbynistas se afiliaban, muchos anti-corbynistas se daban de baja. El resultado es un partido diferente, más escorado a la izquierda, incluso la extrema izquierda.

Se consuma así la OPA hostil más espectacular de la política europea reciente. Esa era la gran obsesión del aparato laborista de la década de 1980: el «entrismo», el miedo a la infiltración silenciosa de los grupúsculos a su izquierda. Y eso es lo que ha ocurrido treinta años después, sólo que no ha sido de manera silenciosa sino por la puerta grande de unas primarias abiertas. Ahora los críticos de Corbyn, pretendiendo lo contrario, le han dado todavía más legitimidad y poder, y en el horizonte se adivina ya un ajuste de cuentas que transformará aún más al partido laborista. Puede que incluso lo rompa. Con los conservadores claramente girados a la derecha y este desplazamiento del laborismo hacia la izquierda, se abre un gran hueco en el centro. Es muy posible que pronto oigamos hablar de un nuevo partido en Gran Bretaña.